martes, 21 de octubre de 2014

José Víctor Martínez Gil



                   Le dan miedo los maullidos de los gatos 
                                           José Víctor Martínez Gil


Era de madrugada. Lo primero que vio fueron cuatro rombos grisáceos, y percibió un sonido de fondo como el maullido de un gato. Un maullido extraño y largo.

Sus ojos y conciencia se aclararon.

Se hallaba en el cuarto donde dormía con sus cuatro hermanos. Los rombos grisáceos en la pared eran creados por la luz que se filtraba por la ventana y las cortinas desde la calle.

Parecía que sus hermanos dormían. Él sabía que no, que estaban despiertos, sin moverse, en silencio, fingiendo dormir igual que él.

El maullido continuaba, y no tenía claro de dónde provenía. Seguía mirando aquellos rombos que tomaron la forma de un rostro demoníaco. Un rostro que también lo atemorizaba y parecía mirar hacia el lugar de los aullidos.

Ese lugar era, al fondo, la cocina. Oyó la voz autoritaria de su padre: “Vas a asustar a tus hijos.” Y su razón definió el maullido.

Era el llanto de dolor de su madre, que lloraba por injusticia y desamparo, y a la que nunca antes había oído llorar como esa madrugada. Su madre que estaba mal. Muy desprotegida.

Desde aquella madrugada, le dan miedo y no le gustan los maullidos de los gatos.

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