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Alicia Chilifoni
VISERAS Alicia Chilifoni
Los
jovencitos de todas las épocas han adoptado rasgos característicos para
distinguirse de las otras franjas etáreas.
Es una de las maneras de expresar su rebeldía para con las generaciones
anteriores. Han habido tanto petiteros como hipies.
Por estos
días y desde hace algunos años se ha instalado la gorra con visera como identificación
con esa pléyade pujante, aunque unos pujan para un lado y otros para el otro. Y
llegó para quedarse. La visera dice de quien la ostenta “yo soy joven”, “soy
capo”, “acá vengo yo”.
La usan a
toda hora, aún en plena noche o de madrugada. Cuando yo era chica la llevaban
los varones, tan salvajes ellos, contra soles insolentes de siestas zumbadas
por tábanos, a la orilla de la cañada cazando ranas, o cubriéndose de tierra
fina como talco en el potrero de la esquina, pelota y gritos.
Ya no
más. La computadora y la inseguridad los mantienen en casa, pero con la visera
puesta, eso sí. Siempre. Si hasta se me hace que duermen con ella. Para
protegerse de qué?
Me gusta
observar semblantes, en el tren, en la
calle…Vereda: universo en miniatura, dijo un poeta. Verdad. Hay de todo. Caras
de soberbia y superioridad, de agotamiento, de preocupación, ensimismadas,
extrovertidas y curiosas, indiferentes, de hastío, hostiles, amables y
relajadas….de todo un poco.
El tema
se me complica con “los viseras”. Cuesta verles los ojos. Muchas veces, como
por telepatía, algún muchachito sentado en el micro, como espoleado por mis
ojos clavados en él, hurgueteado, me dedica una ojeada ligera como diciendo
hoscamente ¿qué te pasa? Me pasa que quiero verte y te escondés.
No hay
sol. No hace frío, y si hiciera más te valdría un gorro de lana. Estarías más
confortable, y, lo que más me interesa, podríamos vernos a la cara. ¿Para qué?
Y… ya que todos tenemos que tirar del mismo carro por convivir en el mismo
mundo, cuanto más a la par nos sepamos, más llano se hará el camino.
Ves que
tengo razón? Pasó el vistazo apurado y te volvés a esconder. La visera te da
anonimato y sentido de pertenencia. Una gorra más es un joven más, un rebelde
más.
Si en
este momento ocurriera un ilícito, es probable que se te mire con más
desconfianza por “portación de gorro”. Generás cierta desconfianza, precaución.
En alguna medida te discriminan, porque no te conocen. Tampoco a los demás
pasajeros, pero los otros son más “iguales”.
Como un
espejo, devolvés igual sentir en tus
miradas recelosas. La visera es una pantalla protectora eficaz en direcciones
enfrentados: que no te alcancen los rayos fulminantes del que necesita
descubrir en vos una amenaza, y para disimular el bumerang que a partir de tus
ojos devuelve la misma incomodidad.
Sí. Creo
que todo sería mejor sin esas gorras, pero siempre los jóvenes buscaron elementos
de diferenciación, y lo seguirán haciendo, como todos alguna vez.
¿Entonces?
Entonces lo que quiero decir es que no veamos en la gorrita ninguna amenaza. Si
los que nos despojan de verdad, no usan visera, y sin embargo igual no se los
ve en absoluto. No se ven, pero se sienten, y cómo!!!!
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