Noche de paz
Carlos Margiotta
La noche asomaba por el balcón del noveno piso. Él
fumaba apoyado en la baranda contemplando
las ventanas iluminadas que daban a la plaza. Detrás, en la habitación, una mesa
lo esperaba con una tabla surtida de fiambres y quesos, una botella de Malbec y
una jarra con agua. Ella se acercó desde la cocina con la vajilla y una canasta
con pan.
- Todavía seguís fumando. Vos sabes que no me gusta
que fumes en casa.
Él se dio vuelta y apagó el cigarrillo tirándole un
beso con dos dedos apoyados en sus labios.
- No empecemos, mi amor. Es una noche para pasarla
bien.
- Estoy podrida de pasar las fiestas sin los chicos.
- Acordate que cuando éramos jóvenes preferíamos
estar con amigos o nos íbamos a la costa para brindar en alguna playa.
- Si, pero nuestros hijos siempre prefieren ir a la
casa de los familiares de sus parejas. Todos los años lo mismo.
Él se acercó, la tomo de la cintura y la apoyó
contra su cuerpo para darle un beso en la boca.
- Dejáme Esteban, estoy furiosa y me da mucha
tristeza la situación.
- Bueno cambiá la cara, estamos juntos y yo la paso
muy bien cuando estamos solos.
- Yo no.
Ella encendió el celular y se ausentó de la
conversación.
Él fue hacia la cocina para ver como andaba la
bondiola a la mostaza que había preparado. Cuando volvió con un bols con
cubitos de hielo, ella se reía a carcajadas con el celular en la oreja.
Falta poco, dijo él, y sirvió dos copas de vino
mientras una cañita luminosa rasgaba el cielo estrellado. Se dirigió hacia el
equipo de audio y puso unos boleros.
- Otra vez con la nostalgia, menos mal que no estás
todo el día en casa, no se como te aguanto.
- Trabajo, querida, doy clases amor mío. “Hace falta
que te diga que me muero por tener algo contigo”.
- Dalé ahora te pones a cantar.
……………………………………
- Te acordás cundo te lo cantaba en esa escapada a
Río, la Navidad cuando tu padre se enojó tanto. Buen tipo tu viejo, en cambio
vos heredaste el carácter de tu madre.
- No digas pavadas. Mi vieja si que te quería, no
hacía otra cosa que hablar bien de vos.
Sonó el celular de él y se fue al dormitorio para
contestar. Al rato volvió cuando la mujer estaba hablando por el suyo.
- ¿Quién era? Pregunto ella.
- Julio, te manda saludos para el nuevo año.
- Tenías que irte al dormitorio para hablar con
Julio.
- Si, me quería contar algunos dramas que tiene con
Paula.
- Otra vez, ¿porque no se separan de una buena vez?
- ¿Y vos con quien hablabas?
- Una paciente. Cuando se acercan las fiestas muchos
se ponen muy mal, hacen el balance que siempre les da negativo y se sienten muy
solos.
Él alzó su copa y le ofreció un brindis a su mujer.
Ella le correspondió con una sonrisa.
La calle estaba silenciosa, pocos autos circulando y
sin gente, el barrio parecía estar esperando una nochebuena triste y sin
festejos.
Volvió a sonar el celular de Bárbara. El caminó
hacia el pequeño arbolito de navidad y puso un paquete de regalo que había
sacado de un cajón de la biblioteca. Ella movía la cabeza molesta como diciendo
sos insoportable. Él se acercó al audio y puso un pendrive que le había
regalado su hijo con música de los 80.
- Me tienen podrida.
- Porque no lo apagás.
- Estoy esperando que llame Martina, allá deben
haber festejado.
- Gustavo me dijo que no iba a llamar porque no
tenían señal en ese lugar de la montaña.
- No te conté que Natalia estaba preocupada porque
tenía un atraso en la menstruación.
- No me contaste nada.
- Me habré a olvidado
- No me digas que vamos a ser abuelos. ¡Que alegría!
- No, parece que no
quieren tenerlo. Agustín quiere esperar un poco, hasta adquirir una mejor
posición económica.
- ¿Empezamos? La carne
debe estar.
- Dale
Mientras Esteban iba a
buscar la carne, ella volvió a servir las copas de vino. El trajo una fuente y
la apoyo en la mesa. -¿No será mucha comida? - Si, compré la tabla porque en principio iba a venir mi hermana con el marido pero al final prefirieron ir con una pareja de amigos a otro lado. - Estas muy linda esta noche.
- Gracias. Me hiciste acordar cuando nos conocimos, siempre atento, un caballero, las cosas que decías para seducirme. - Yo me enamoré de tu mirada, esa mirada que fuiste perdiendo con lo años. Ahora me miras de otra manera. - ¿Cómo? - No se como decirlo….ausente. - Cierto, de vos ya no me atrae tu visión romántica de la vida. A veces pienso que sos demasiado sensible para mí. El sirvió otra copa de vino y abrió una segunda botella. El celular sobre la mesa volvió a encenderse. Ella atendió apurada e intentó pararse para ir a conversar a otro lado pero perdió el equilibrio y él la sujetó. - Estas tomado mucho. - Era tu preferida, Nati te manda besos. - ¿Por qué mi preferida? - Porque fue el fruto de nuestra reconciliación ¿O no te acordás que te fuiste seis meses de casa con aquella rubia ordinaria? - Claro que me acuerdo. Vos estabas metida con tus estudios. De repente la noche se encendió de luces y estampidos. Las bengalas estallaban en el cielo y se escuchaban las voces y las risas de lo vecinos alrededor de plaza. Algunas sirenas recorrían el silencio aturdiendo los oídos. Él se levantó de su asiento y tomó del brazo a su mujer. - Salgamos al balcón. - No quiero, vos sabes que me asustan los ruidos. - Ya lo sé, pensé que sería una buena ocasión para abrazarte y sentir tu cuerpo a mi lado. - Otra vez será.
No bien se acostaron ella se quedó dormida mientras él le acariciaba la espalda. Al rato él se levantó, fue hasta el baño y caminó hacia el balcón con una copa de vino en la mano. Se apoyó en la baranda y encendió un cigarrillo esperando el amanecer.