sábado, 16 de mayo de 2015

Ronaldo Wright



TRES AMIGOS, crónicas del café      
Ronaldo Wright                                                                                                                                                                                                      

Una vez más agradezco al Negro Hernández (seudónimo de Carlos Alberto Margiotta) el haberme invitado a presentar su nuevo libro "TRES AMIGOS, Crónicas del Café", de ediciones Nuevos Tiempos. El evento se llevó a cabo el pasado jueves 30 de abril en el tradicional Café de la Subasta y contó con la asistencia de numeroso público. El autor es psicólogo social, consultor psicológico, poeta y escritor. Además, es el creador y director de la revista literaria Redes de Papel, fundada en marzo de 1995 -hace ya más de veinte años- y actualmente preside la Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina (A.P.S.R.A.).
No es esta su primera obra, pues posee en su haber dos libros de poemas (Otro Lugar y Rectangulares Mujeres de Papel), como así también es autor de “Encuento”, “Café de la Subasta” y “Redes de Cuentos”. Cabe decir que el primero de los relatos que ahora ofrece el Negro Hernández -invitando a dar una vuelta por Barracas a la hora que despunta la luna- dio lugar a una serie que se llamó Café para Melancólicos y, a partir de allí, sus cuentos no dejaron de difundirse hasta hoy con singular éxito. En sus páginas se irá descubriendo la historia de una taberna de barrio, el Tres Amigos, con su cultura tan porteña y tan particular.
Si bien estas crónicas del café semejan ser reales, lamentablemente el Tres Amigos no es más que una ficción; una bella fantasía creada por Carlos Margiotta. No hay boliche alguno con tal denominación, ni es verdadera la anécdota que aclara que en esa esquina había un viejo almacén con despacho de bebidas allá por los años treinta. Aunque en realidad este bar es universal. En él están contenidos y descriptos todos los bares similares que uno pueda imaginarse; y su típica decoración traslada a una época de sueños y utopías. Cada una de sus paredes se erige en un genuino museo de fotos, objetos y adornos.
Los cuadros colgados tienen las imágenes que siempre vistieron al bar: de cantores de la talla de Carlos Gardel, Alberto Castillo, Julio Sosa y el polaco Goyeneche; de las grandes orquestas tangueras de Pugliese, Darienzo, Di Sarli, Salgán, Piazzolla y el gordo Troilo. Y de algunas minas de gran corazón como Libertad Lamarque, Azucena Maizani, Mercedes Simone y Ada Falcón. Y ya que de un bar estoy hablando, agrego que su origen surge de la palabra inglesa “barrier”, que significa barrera o barra fija. Es decir, el mueble mostrador que divide el espacio público donde están los clientes de la zona privada de quien sirve las bebidas. 
Ciertos mitos cuentan que el hecho de poner una barra alta de madera se debía a que el cantinero necesitaba un lugar para refugiarse -en tiempos tumultuosos- de tiroteos, riñas y peleas. Incluso le servía al  barman para distanciar a los clientes de las botellas y de la caja registradora. Aunque este no es el caso del gallego Rogelio -el dueño del Tres Amigos- quien era uno más del grupo que allí habitualmente se reunía: el Gordo, Sandoval, Beto, el viejo Castaño, Maddonni, Oliverio, el Mirón, don Anselmo, el guapo Zavala, Brancaleone, Joaquín (el mozo del boliche) y Antonio, el loco de los naipes; entre otros.
El Negro Hernández declara que los cafés son como las mujeres; y los agrupa en dos tipos universales. Están aquellos donde nunca te animarías a entrar y los otros, donde podrías pasar un buen rato o quedarte allí toda la vida. Muchas historias de amor -y desamor- empiezan o terminan en los bares; y este boliche de Barracas no es en tal sentido una excepción.  Surgen en él varias aventuras románticas, mucha descripción y mucha  imaginación también, porque hay quienes se van inventando las escenas que narran. Aunque, eso sí, el Tres Amigos es siempre el escenario y el protagonista, más explícitamente o menos.
El origen de los primeros bares es bastante lejano; hay que remontarse a la época de Pompeya en la antigua Grecia, donde prosperaron algunas pequeñas tiendas de ventas de vinos y bebidas llamadas tabernas. Luego se expandieron a Roma y de allí al resto de los países europeos. En España nacerá la profesión del tabernero que, después, en los tiempos de la colonia llegará a estos territorios. Algunas cantinas le agregarán música, tal como sucedió aquella noche que el Gallego imaginariamente habilitó el boliche para que Tito Sánchez cantara sus boleros preferidos y el Negro asistiera a milonguear con su Marta tan amada.
El bar es un ámbito muy especial, de contadores de cuentos o mejor dicho de cuentadores; quizás porque ahí son escuchados por un auditorio atento que sabe de los códigos masculinos. Sus galanes suelen relatar infinidad de historias, algunas inverosímiles, otras trágicas, pero todas dignas de ser narradas por un escritor. En este caso le tocó el turno a la pluma del Negro Hernández. Invito, entonces, a los lectores a dar un paseo por el barrio de Barracas a la hora en que se oculta el sol. Allí, a pocas cuadras del Riachuelo, encontrarán la esquina iluminada del Tres Amigos, con su leyenda, sus anécdotas y sus secretos.

Marta Becker



¡QUÉ HISTORIA!  Marta Becker

Esta historia comienza por el final. Porque el final soy yo, un cuerpo muerto tirado sobre una vereda del barrio de Villa Urquiza.
Me descubrieron unos muchachos que pasaban por allí camino al trabajo. Al rato me vi rodeado de la policía, numerosos periodistas y los curiosos de siempre.
¿Quién será? oí que decían, ya que hurgaron en mis bolsillos y no encontraron ningún documento o papel que me identificara. Me sentí mal, un NN, a pesar de tener una historia y una larga trayectoria.
Nadie pudo aportar nada, hasta que un fotógrafo recién llegado de un canal de televisión exclamó ¡Pero si es Alfredo Sanz Escalada, el poderoso industrial metalúrgico!, lo conozco de sacarle muchas fotos durante diversas manifestaciones y huelgas!. Ah, por fin alguien me conocía, me volvió el alma al cuerpo. Mi yo y mi otro yo que contemplaba la escena se tranquilizaron.
¿Qué habrá pasado? Seguro lo mataron, pero por qué, preguntaban todos, mientras los forenses rastrillaban la zona y sacaban fotos del cuerpo desde todos los ángulos.
Comenzaron las divagaciones en torno a la situación. Seguro fueron sicarios enviados por el opositor que tiene en el gremio,  dijeron los hombres de prensa. No, se trata de un crimen pasional -tal vez un hombre engañado- decían las vecinas presentes porque resultaba más romántico, mientras la policía preguntaba si alguien había visto u oído algo con la intención de descubrir un punto inicial del hecho.
¿Necios, ciegos, no se dan cuenta que estoy de a pie, que me falta el coche con las respectivas llaves? No se preguntan qué hago en este barrio, que no es la zona de mi casa ni de mi fábrica, que tengo dos balazos encima por resistirme al asalto, que me sacaron todo y me dejaron tirado como un perro. El hecho es tan sencillo como difícil se les hace creer en un delito común, sólo quieren armar una historia.
Y efectivamente la arman. Soy tapa de todos los diarios, desmenuzan mi vida desde mi infancia hasta el día de hoy, cuando a la mañana me despedí de mi esposa para salir camino al aeropuerto, porque tenía un viaje de negocios.
Sacó pasaje para Panamá, no se sabe con qué propósito -decía la prensa- tampoco se sabe qué llevaba consigo –agregaban-. ¿Tendrá una cuenta secreta allí? ¿Visitará a una amante? ¿Qué sabe y no dice la esposa?
Increíble. Me convertí en un hombre popular cuya vida estaba rodeada de misterios que nadie podía descifrar y yo mismo desconocía, mientras mi honorable mujer me lloraba y no podía agregar nada jugoso a los hechos.
Se lleva el secreto a la tumba –decían los titulares- otro caso sin resolver por la policía.
Los dos ladrones del automóvil se ríen mientras leen los diarios y toman tranquilos una cerveza.

                             

Rodolfo Livingston



POEMAS Rodolfo Livingston

L A N   vuelo  901        
Por allí abajo, América se dilata
lenta y enorme.
a mil kilómetros por hora
las ganas de verte
tu tristeza y la mía,
las formas chiquitas
en que imagino nuestro encuentro.
Contra el motor las mismas estrellas.
Todo es seguro con el pasaje,
la corbata, y el whisky.
Y en el diario está la foto
de Ernesto Guevara con una bala en el corazón. 
Me crece en el alma
el tamaño de un hombre
te quiero Cecilia
y sin embargo
siento vergüenza aquí y ahora
de estar viviendo.
 YO   C O R R O
Cuando la ciudad amanece
y crece la luz sobre las copas
de los árboles,
o llueve sobre las baldosas grises,
yo corro.
Cuando estoy triste  y el espacio
es nada y el tiempo es
NADA y estoy desesperado,
yo corro.
corro por la ciudad
vacía de Mónica
corro desesperado
envejecido
vencido, vacío;
pero yo corro.
corro llorando
corro porque sí,
corro por lo que queda de mí.
                      
G R A C I A S

Suena la música inmensa del Brasil
bailo solo
mirando las nubes, en mi terraza.
Me río y lloro, poderoso de mí,
pobre de mí
que estoy tan triste y tan raro.
Mi corazón me dice sin embargo
que estoy terriblemente vivo
porque puedo amar
porque puedo llorar
y porque puedo bailar sobre mis lágrimas.
Gracias Gina,
Gracias María Luisa,
Gracias Juanito,
Gracias Laura, Orlando, Tato y todos mis amigos.
Gracias por ayudarme a vivir
por enseñarme a querer y
gracias a Dios por estar vivo.
                    

Jenara García Martín

CANDELA  Jenara García Martín

Cuando la noche llega, el Dr.Julián, respirando el último aire puro de esa hora, llena sus pulmones, contempla el cielo diáfano y estrellado desde el umbral de la puerta del Puesto Sanitario, allá arriba en los cerros. Lugar alejado más de l00 kms. del poblado más cercano y  apoya su cabeza de cabellos castaños obscuros, sobre la almohada, esperando que llegue el nuevo día.
-El Dr.Julián es el médico rural y está a cargo del Puesto Sanitario de la zona, juntamente con un enfermero que atienden un circuito a los alrededores del Puesto de más de 200 km. Donde está instalado el Puesto Sanitario, es un lugar de paisajes bellísimos, hermosa vegetación de tonos y aromas indescriptibles por su variedad, podríamos musicalmente reproducir “Primavera y Verano de Vivaldi” trayendo a la mente la variedad de colores y los dorados de las hojas de la “Sinfonía Otoñal”. Mas el trabajo del Dr. Julián no se podía detener en hacer comparaciones poéticas con los colores que cada día descubría. Los azules y los fusias eran sus preferidos.
Se tenía que levantar al amanecer para recorrer  los lugares más inhóspitos de la zona, y con vehículo “atracción a sangre” pues la ambulancia podía llegar sólo hasta el Puesto Sanitario.  A veces volvía cuando ya caía la noche. Dependía de la cantidad de enfermos que debía de atender en su recorrido. Ese día, para el Dr., iba a quedar marcado en su vida. No sería un día cualquiera del almanaque. El enfermero ya le tenía preparado el caballo. El lucero del amanecer ya se había escondido. El cielo aún estrellado era de un azul  oscuro pero con alguna nube que se movían como si fueran blancas olas.
-Máximo– le dijo al enfermero-, te recuerdo tengas siempre las vacunas protegidas con el agua a baja temperatura y resguardadas del sol. Hoy se va a hacer presente  con todas sus fuerzas. Creo podré volver al mediodía pues como no tengo pacientes con complicaciones de salud, no es mucho el recorrido que tengo que hacer. Espero que no cambie nada en lo que acabo de expresar.
Esas comparaciones le hacían cambiar de paisaje. Continuó subiendo la loma que le llevaría a su destino, azuzando al caballo bayo, con los pies.
Su pensamiento iba ocupado en una joven que tenía su precaria vivienda al resguardo de los cerros a más de 30 km. Cuidaba cabras acompañada por su madre y hacía unos 20 días había dado a luz una bebita y no había regresado al Puesto Sanitario para los controles de rutina....y tampoco la habían vuelto a ver los pobladores más cercanos. Iba directo a ese ranchito, donde sólo se podía llegar a caballo. Alli amanecía más temprano Las techumbres de los ranchos aparecían  como rociados con sangre, pero de color intenso. Los rayos solares estaban más cerca que abajo en el escondido valle, donde los árboles formaban una pared protegiendo la arquitectura del Puesto Sanitario, tanto de las altas temperaturas, como de los fuertes vientos del crudo invierno. Hasta el frío tenía color y sonido.
El rancho estaba vacío. La sorpresa le hizo daño. Todo su entorno se le hizo una noche de terror. La llamó por su nombre. No obtuvo respuesta. El silencio le devolvía el eco de sus palabras que retumbaban en la montaña. Siguió cabalgando hasta otro ranchito donde sabía que vivía la abuela. Puerta y ventanas estaban cerradas, mas a través de una rendija pudo observar que había una tenue candela y se animó a golpear a la puerta.  Fue una sorpresa para la Señora al verle, pero escuchar el motivo de la visita la puso nerviosa y le hizo pasar. La penumbra de la habitación era casi total. La leve candela estaba más al fondo y el Dr. Julián avanzó. Fue indescriptible su sorpresa, entre unas cobijas multicolores había un bultito que le hizo latir su corazón aceleradamente y con rapidez lo descubrió y se encontró con el cuerpecito de una bebita,  que supuso era la que él estaba buscando. No se equivocó al calcular los días de vida y observó con suma tristeza que estaba  en el umbral de la muerte. En el primer contacto con ese cuerpecito observó que su corazoncito latía. Dio gracias a Dios y como pudo la envolvió en las humildes cobijas; montó a caballo y bajó lo más rápido que pudo y con mucho cuidado al Puesto Sanitario para llegar a tiempo cuando llegara la ambulancia. El caballo respondió a su preocupación por el tiempo reloj y lograron   trasladarla en la ambulancia al Hospital del pueblo que atendía a todos los pobladores de esos parajes. Cuando llegaron ya se habían prendido las pocas luces de las calles y con suerte la Pediatra estaba de guardia. Automáticamente la profesional a, noche y día. Decía a su enfermera, esta bebita tiene ganas de vivir. Está luchando y eso nos ayuda. Su organismo respondía muy bien al tratamiento. Pasados dos días, ya pudo decir: observar, ya ha cambiado de color...".La vida es de color de rosa"....Estoy respirando un aire nuevo alrededor de su cunita. Pienso que Dios está a su lado y nos está ayudando. Así pasaron los primeros diez días. El Dr. Julián venía a verla cuando sus tareas le daban tiempo y superó el primer mes y todo el equipo de profesionales que trabajaban en ese Hospitalito de campaña, pudieron respirar tranquilos, felicitando a la Pediatra y su equipo que no la abandonaron ni un momento. Festejaron el primer mes de vida de la bebita Lucerito. Ya era un ser humano más, integrado a este mundo.
Para todos era el LUCERITO DEL AMANECER. Aún no tenía nombre, pues lo primero era volverla a la vida y ahora ya debían buscarlo. Algunos querían que su nombre fuera LECERITO. No es apropiado para una niña- decían. La Pediatra, ya había tenido que denunciar el caso a las autoridades. La Jueza la dijo que si no aparecía la familia a buscarla, podía ser adoptada legalmente, pasado el tiempo que requiere la Ley.
El nombre seguía siendo un problema, pues todos querían elegir y llegó el día que tenían que definirlo. La tenían que bautizar. Se acordaron del comentario del dr. Julián, cuando les dijo que la luz de la candela en aquellas tinieblas del rancho, le había dirigido los pasos hacia esa cunita, cubierta con la mantita multicolor. A todos les pareció bien el nombre de CANDELA. Verdaderamente había sido una lucecita, apenas de color amarillo pálido, que iluminó la vida de todos. El pueblo la llenaba de regalos y cubriendo todas las necesidades que en el Hospital requerían para la bebita.
Fue un bautizó con todos los honores, como se merecía CANDELA y a ese acto que realizaron con tanto amor acudieron la casi totalidad de los pobladores. Fue un acontecimiento que marcó muchas vidas, entre ellas a la  Pediatra y al Dr. Julián.
El  Dr. Julián después de un tiempo fue trasladado. Antes de irse se despidió de la Pediatra, agradeciéndola el haberla devuelto a la vida y mostrar interés por buscarla unos padres adoptivos que pudieran seguir cuidándola y amándola y ofrecerla un buen futuro. Yo ayudé a que se salvara, apoyado por el Supremo Hacedor que puso alas blancas en mi caballo, para llegar a tiempo,  pero luego fue tu profesionalismo y tu corazón. 
-Y…Dios, le contestó ella, que está por encima de todos nuestros conocimientos.
Aquí no termina la historia de CANDELA. Aquí empieza su vida.
Siguió en el Hospital, donde todos la brindaban un gran cariño y la Pediatra, continuaba con sus cuidados profesionales en forma especial y buscándola unos padres. Y eso también lo pudo encontrar. Había un matrimonio amigo que no podían tener familia, jóvenes, de muy buena posición económica, y los padres de él que estaban ansiosos de tener una nietita a quien cuidar y les llamara “abuelos”. Iniciaron los trámites legales y les concedieron la adopción. Candela con sus cuatro mesecitos cambió la vida en ese hogar que iluminó con su presencia. Candela fue amada, tuvo sus padres adoptivos y abuelos, primos, tíos. La volvieron a bautizar, ya en el entorno de su familia adoptiva y la Pediatra fue la Madrina. Candela seguiría teniendo ese cariño especial y su atención profesional. Con su sonrisita de bebé parecía que decía “gracias”. Cuando la llevaban al Hospital parecía que su presencia iluminaba el espacio con una luz desconocida. La atención y  el cariño que la brindaban, no tenía límites. Cumplió un año, dos, los que eran festejados con todo el confort e invitados y ella apagaba las velitas, esperando los aplausos. Era  feliz y amada. Cuando llegaba la primavera, el regalo para sus abuelos eran las primeras florecitas que aparecían en el jardín y su color preferido, era el color del cielo. Como si supiera que había nacido en un paraje donde el cielo se siente más cerca.
 Pero cuando llegó la etapa en que los bebés empiezan a balbucear, Candela no emitía nada más que algún sonido.  Los estudios que la pediatra la realizaba constantemente le dio como resultado que tenía una afección auditiva y como consecuencia el habla. La falta de cuidado que su cuerpecito sufrió aquellos días de abandono, habían dejado sus secuelas. . Candela, fue atendida en Buenos Aires por los mejores especialistas y fue atendida en su domicilio por una fonoaudióloga. Era inteligente y cuando llegó a tener que asistir a jardín, comenzó su ciclo escolar como cualquier niño. Se hacía entender por señas y fue atendida por una especialista en el lenguaje por señas que sus padres la instalaron en su domicilio, para que su contacto fuera permanente.  Era inteligente, activa, con facilidad para aprender ese lenguaje que ella casi lo dominaba como algo innato y con sus compañeritas lo compartía de tal forma que llegaron a aprenderlo como algo natural. Pasaron los años con esa vida semi-normal, porque seguían llevándola a Buenos Aires tratando de que recuperara el sentido auditivo, algo lograron pero no en su totalidad. Ella era feliz y hacia feliz a toda la familia y al entorno de amigos. Y llegó la etapa de hacer la primera comunión, que se preparaba con  todo el grupo de la escuela y con sorpresa de todos, incluso del párroco, Candela les enseñó a rezar el padrenuestro por señas y cuando llegó ese día tan esperado, todos los niños arrodillados frente al altar, la oración que Dios nos enseñó la emitieron con la devoción esperada, pero por señas, aceptada por el párroco con toda la naturalidad. Sentía, que ante Dios, tenía el mismo valor religioso que a través de la voz. Otro don de Candela, que se hacía querer por todos y para el entorno familiar, en el que nunca estaba ausente, la Pediatra, fue un día inolvidable, compartiendo la felicidad de Candela.
La vida de Candela era como la de cualquier adolescente con padres de alto poder económico que no la faltaba de nada. Hasta tenía una compañerita de su misma edad, quien hacía las veces de una hermana, pues en ese hogar no hacían diferencias. Pero la vida, a veces nos da la felicidad y sin compasión también nos la arrebata. Así pasó con Candela. Había cumplido los doce añitos y vivía feliz. Y un día, en el cual el ¿por qué? No tiene respuesta, que será inolvidable en el entorno de su familia, de la Pediatra  y de las personas que tanto la querían y que la vieron crecer, un lamentable escape de gas en la instalación   invadió el dormitorio y los espacios adyacentes y a la mañana siguiente se encontraron a las dos hermanitas de corazón, sin vida, al borde de la cama. La mamá se supuso que se alertó de lo que estaba pasando, puesto que se la encontraron también a la misma hora, tendida en el piso a la entrada de la casa. Al parecer el pequeño espacio entre la puerta y el piso la permitió aspirar algo de oxígeno y atendida con urgencia pudieron salvarla.
El dolor de esa familia y de todo el pueblo no se puede describir, y es el mismo que yo siento al escribirlo. En el cementerio están las dos lápidas juntas y se leen los nombres agregando “hermanas de corazón”.
¡La vida tiene un amanecer y un minuto para convertirse en un adiós sin retorno!


Fernanda López



La otra  Fernanda López

La otra. La que no tenía nombre. La que ahora tiene hasta doble apellido. La otra. La de los ojos café, la de la boca que te besa, la del pasado compartido. La otra. La de los infinitos rostros que nunca fueron el mío. La otra. La que te quiere, la que querés, la que te tuvo y te vuelve a tener. La otra. La que fue, la que es, la que quizás no sea. La otra. La que te quita el sueño. La que te aleja de mí. La otra. La que es ella, la que no soy yo, la que tal vez es cualquiera. La otra. La que no es otra porque para serlo yo tendría que ser la que amaras más o la que amaras menos o la que amaras distinto. La otra. La que no es otra porque para serlo yo tendría que ser a la que ubicaras en el primer lugar en tu lista de prioridades o a la que engañaras o a la que no quisieras lo suficiente. La otra. La que no es otra porque yo soy ninguna.    

María A. Escobar



                      Un revolucionario  María A. Escobar
  
-¿Che viejo, no me conocés? ¿Tan cambiado estoy? ¿Trabajamos treinta años juntos…qué pasa, me he vuelto transparente?
Carlitos se detuvo, turbado.  Venía de correr y aun el sudor le corría por la cara.  Vestía un buen equipo de gimnasia, de los de marca y un buen par de zapatillas, también de las caras.  Se lo veía más gordito y próspero.
-Perdoname Bustos, no te vi.  Vengo de correr y todavía estoy medio mareado. ¿Cómo te va viejo? ¿Todo bien?-
- La puta madre, ¿a vos también se te pegó esa muletilla “todo bien”?  Todo bien un carajo. ¿Para mí todo mal, sabés?  Y te lo voy a contar así no me corrés con la famosa muletilla…¿cuánto hace que no nos vemos desde que  nos rajaron de  la compañía, dándonos unos mangos para que sobrevieramos en éste puto país?  ¿Quién nos iba a dar laburo a la edad que teníamos?. Yo cincuenta, vos no sé pero por ahí andamos. Maldito sea, metí esos dólares en un banco y me agarró el corralito… ¿a vos no? Parece que no, se te ve próspero… ¿cómo hiciste, a quién afanaste?  Cuando me devolvieron lo que había depositado en dólares me devolvieron pesos, o sea la mitad de lo que tenía. Me compré un usado y me enganché de remisero. Dieciocho horas de trabajo y lo que sacaba -pura pérdida- me lo tragaba el auto.  Lo vendí por lo que me dieron… Mi mujer iba a eso del canje y así, por lo menos, teníamos yerba, azúcar y leche.  No nos quedó ni un florero y ni hablar de pilchas, todo se, lo tragó el canje, hasta que conseguí instalarme en la estación a vender facturas, una factura de mierda, la verdad, pero los negros la compran.  Están acostumbrados a comer mierda desde siempre. Tuve que arreglar con la cana, eso sí. Y se llevan la parte del león, ¿ sabés? Los hijos de puta viven de chuparte la sangre… pero vos ¿en qué andás, eh?
Carlitos sentía que el sol le derretía la nuca y quería salir disparado.  Pero Bustos  lo tenía ahí, clavado,  mirándolo con un resentimiento asesino y no podía escapar. Parecía un pájaro hipnotizado por una serpiente.
-Y bueno, balbució. –Yo vendo cepillos circulares para pulidoras. Laburo con mi suegro y vamos tirando, che.  No te creas que no son duras las cosas también para nosotros.
-¿Te das cuenta que aquí hay que hacer la revolución? ¿Te das cuenta que no podemos seguir así?  Agarró a Carlitos por el cuello, casi sin darse cuenta.  –Viejo, aquí hay que empezar a matar ratas, esos que la levantaron con pala.  Nosotros siempre fuimos los giles…Y ahora los negros cortan rutas. ¿A quién joden?  A algunos burguesitos que no pueden pasar con sus autos,  los mismos que gritaban “piquete y cacerolas la lucha es una sola”. Pero ahora los piqueteros son “esos negros de mierda que cortan las rutas”. ¿Te das cuenta?  Los mierdas de la clase media son así, como vos, que ahora corren alrededor de un parque y hacen una religión de la buena salú…para lo que les sirve…
-Che viejo, contestó Carlitos, amoscado. –Yo laburo, no le robo a nadie.
Pero sos un individualista de mierda.  ¿O qué sos? ¿ Un revolucionario? Yo estoy en el MTO viejo… ¿ Y vos qué hacés?
-No  joder a nadie, como vos.  Sos un resentido.  ¿O qué te creés?
- La revolución la hacemos los resentidos, los que no nos conformamoscon ésta mierda.
-Bueno, yo me estoy derritiendo. Me voy a dar un baño porque tengo que trabajar, y vos andá a  venderle facturas a los negros.
-No, tengo una piba que me atiende el puesto.  Le pago con facturas.  Yo estoy para otras cosas, viejo… 

Andrea Zurlo



Los Otros Andrea Zurlo
 
Yo-Yo Ma, enfundado en su traje protector blanco con máscara, atravesó con gesto rutinario el alambrado electrificado de seguridad para comenzar un nuevo día de trabajo. Un largo suspiró le empañó el cristal de la máscara, mientras esperaba a que se abriera el portón blindado de acero resplandeciente y que la luz roja de alarma de la frontera dejara de parpadear. El panorama ante sus ojos hubiera sido aterrador para cualquiera pero, después de muchos años de servicio, su estómago y su espíritu se habían fortalecido y ya no sentía ni repugnancia, ni dolor, ni nausea, ni pena, ni culpa. Por alguna razón, tal vez como método de autoprotección, su mente siempre prefería divagar por el pasado obviando la realidad que lo rodeaba. A menudo, pensaba en la buena suerte del señor Shao, su hermano mayor, que vivía en un piso lujoso, del otro lado de la ciudad, con su vida limpia, aséptica y perfecta…¡Por pocos minutos de diferencia! Sí, porque Yo-yo Ma y el señor Shao eran mellizos, pero el señor Shao asomó su cabeza al mundo cinco minutos antes que Yo-yo Ma, decretando su destino. El Gran Nuevo Imperio Chino no admitía más que un hijo. Con cinco mil millones de habitantes no había lugar para más. La ley era clara: en caso de mellizos, si los padres no decidían desembarazarse del segundo niño (un modo burocrático de decir asesinar), éste estaba condenado, desde su nacimiento, a ejercer las labores más humildes, era retirado de su familia y tratado como un paria social, sin derecho a existir; si bien la ley, de manera objetiva y correcta, lo definía, sencillamente, "un Exceso", pero un exceso orgulloso de servir al Gran Imperio. Ahora bien, si miraba a su alrededor, debía considerarse un privilegiado, después de todo él vivía en el Gran Imperio, el único lugar habitable en todo el planeta. Sí, existían los respiradores artificiales, las lluvias verdes, el calor insoportable, el cielo gris…., pero él no había conocido lo que existía antes del Gran Imperio Chino, por lo que era un mundo perfecto así como era, ya que él ignoraba casi totalmente el pasado, porque es sabido que conocer el pasado no ayuda a construir el futuro. Era su abuelo el que le había hablado de los Europeos y de los norteamericanos. Su abuelo, Shao Ma, llegaba con su paso anciano a visitarlo al Albergue de Excesos donde creció. Era un anciano gentil que conservaba una cierta aversión hacia la modernidad y una pasión secreta por el pasado y la historia. Shao Ma no aceptaba las leyes del Gran Imperio, no aceptaba la falta de humanidad implícita en borrar a los niños como si fueran números, o confinarlos de por vida en el área W, de donde nunca saldrían, como su nieto. Lo único que pudo hacer su abuelo por Yo-yo Ma fue regalarle la memoria del pasado. Se sentaban en la pequeña sala de visitas y le narraba historias de tiempos lejanos que Yo-yo Ma escucha deleitado. Por su abuelo supo que los chinos emigraron durante años a Europa y América con la esperanza de enriquecerse, buscando una vida mejor. Se establecieron creando barrios chinos y conservando fielmente sus tradiciones y cultura, dando ejemplo de laboriosidad, sin contaminarse de las malas costumbres de los pueblos con los que tenían contacto. Los europeos eran un pueblo culto y rico, fueron conquistadores, colonizadores, impusieron su ley e hicieron guerras. Los norteamericanos también eran ricos, innovadores, exportaban su forma de gobierno, denominada democracia, y siempre controlaban el buen comportamiento de los demás habitantes del planeta, a fin de conservar la paz. Para estas personas, denominadas "occidentales", el mundo era felizmente seguro, como un balcón tranquilo desde donde observar un desfile, hasta que sucedió el Gran Debacle: dominados por el poder de las famosas y temidas Lobies, los gobernantes transfirieron todos sus bienes de producción al Gran Imperio Chino, premiando los méritos demostrados por este último, y los "occidentales" comenzaron su rápida carrera cuesta abajo. Mientras tanto, aquello que fuera la República Popular China se convirtió en el Gran Imperio Chino y, con una política de expansión sin precedentes, conquistaron las tierras a este, oeste, norte y sur de sus fronteras, impusieron su religión, sus leyes y su tiranía, el único modo de dar paz a un pueblo. "¡Para qué le sirve a uno saber que existieron los europeos! Para nada", meditaba Yo-yo Ma al tiempo que preparaba su equipo de trabajo. ¿Para qué les sirvieron a los europeos sus tan mentadas luchas sociales y sus derechos humanos, si forma de autolesionismo que provocó su triste fin. Los norteamericanos, en cambio, reaccionaron e intentaron protegerse a su manera: se rodearon de muros y de escudos espaciales para defenderse, pero no consiguieron evitar la conquista económica, que, después de todo, es la única que cuenta. Además ya quedó ampliamente demostrado que los muros y las murallas nosirven para mucho. Por ejemplo, el Imperio había reforzado la Gran Muralla occidental con todos los medios de destrucción más letales; sin embargo, los pordioseros, los Otros, como los denominaba burocráticamente la ley del Imperio, seguían llegando y muriendo en las puertas del Edén. Yo-yo Ma miró a su alrededor antes de accionar el láser desintegrador."Europeos", se dijo observando los cuerpos que se apilaban sobre el suelo hi-tech de aluminio. Los conocía bien. Llegaban de a millares para morir allí, en la cámara de gas que rodeaba la frontera con Europa, desde los Urales hasta ese lago viscoso y verdoso, denominado con gran pompa "Mar Mediterráneo".Un dejo de lejana e impersonal compasión velaba el ánimo de Yo-yo Ma cuando recordaba las historias de su abuelo, pero su espíritu se había endurecido de mucho desintegrar cadáveres occidentales amontonados en pilas desesperadas y, después de todo, eran solamente "los Otros", esos que no somos nosotros. Era su trabajo. De repente, un murmullo lo distrajo. Procedía desde bajo algunos cuerpos. Yo-yo Ma estaba seguro de que eran de esos que clasificaban como alemanes, o algo así. Utilizando un lanza apartó los cuerpos. Una joven de largos cabellos rubios y ojos increíblemente azules lo observaba aterrorizada y murmuraba palabras ininteligibles. Yo-yo Ma permaneció unos instantes encantado, mirando esos ojos azules, tan azules como decían que alguna vez lo había sido el cielo, y ese cabello dorado que ninguna mujer china podía permitirse sin parecer ridícula. Era hermosa, diferente y muy joven. Habría querido decirle que escapara, pero, ¿dónde?, ¿dónde podría esconderla? Le estaba prohibido tener una mujer. Un Exceso no podía copular ni reproducirse, y muchos menos con una inmigrante clandestina. Hubiera querido preguntarse si era justo, si su abuelo Shao Ma estaba en lo cierto, también los chinos habían emigrado… ¿entonces? Prefirió no hacerse más preguntas. Como es bien sabido, el Gran Imperio Chino no perdona la traición. Yo-yo Ma cerró los ojos y apretó el gatillo del láser. No se volvió a mirar, sólo se reconfortó pensando que había sido indoloro. 


Graciela Núñez



Los caminos de Dios Graciela Núñez

Nunca me gustaron las mujeres feas. Ya sé que la belleza interior es más importante que la otra, la externa; pero no me vas a decir que una mujer no te entra por los ojos. Por lo menos a mí me sucedía eso. Y fue así hasta aquel día en que el accidente cambió para siempre mi vida.
Cuando escuché la voz de un colega mientras estaba internado en el sanatorio que me decía que me había quedado ciego, el mundo se me derrumbó de golpe.
Mi esposa me pidió el divorcio (no soporté su lástima y no escatimé esfuerzos en herirla e insultarla). El resentimiento y la bronca me obnubilaban más que mi propia ceguera.
Dejé de trabajar como médico y me ocupé de actividades manuales para poder sobrevivir, que nunca me gustaron hacer. Me anoté  en un coro para cantar y allí la conocí a María.
Jamás pude verla, nunca pude saber si realmente era linda o fea. A veces cuando paso mi mano por su rostro pienso que no me gustarían sus rasgos, que no hubiera vivido con ella si pudiera verla… pero ¿Cómo saber? ¿Quién me va a decir que es fea, que no es para mí? Sé que el accidente además me desfiguró la cara y tal vez yo tenga una apariencia física peor que la de ella.
¡Quién hubiera pensado que yo que era un narcisista, terminara mi vida ciego, desfigurado y al lado de una mujer fea que soportara mi malhumor, resentimiento y desplantes.
¡No cabe duda que los caminos de Dios son misteriosos!

Rubén Vedovaldi



BREVES Rubén Vedovaldi
       Publicado en “Con voz propia” revista virtual dirigida por Analia Pescaner

                                                       Realismo libertario
Un pintor mágico-libertario pinta escenas de fuga de presos sobre el lado interno del patio de la penitenciaría Los guardias balean las imágenes de los fugitivos y el gobierno da ascensos y aumento de sueldo a los tiradores.
Los presos pintan guardias ahorcados dentro de sus celdas y los guardias al ver las imágenes mueren ahorcados. Entonces los presos dibujan puertas abiertas y se fugan.
                                                       Las cosas cuentan
Las cosas recuerdan el crimen que nadie ha visto. Alguien tenía que amar. Alguien tenía que odiar.
Las cosas callan.
Alguien tenía que matar a alguien. Las cosas gritan.
Alguien cambiará algo de lugar. El homicida huye a otra provincia con otro nombre. Las cosas saben el rastro.
¿Alguien descubre algo debajo de la alfombra?
Alguien habla con alguien lo que nadie sabrá. Alguien mueve papeles de una turbia alcaidía.
¿Ha muerto alguien que no tenía que morir?
¿Ha sido amado mucho alguien que nunca amó?
Sobre las cosas pesan milenios de locura, crueldades y homicidios.
Las cosas ya no saben dónde estar o no estar.
                                                            Filosofía filosa
Un artesano fabrica plumas para caciques y se las vende y se gana la vida hasta que vienen los europeos y matan a los indios. Entonces el hombre fabrica coronas y va y se las vende a los reyes hasta que los mercaderes no soportan más las monarquías. Entonces el buen hombre inventa la guillotina y se la deja de prueba a los mercaderes acordando que pasaría a cobrar más tarde.
Los mercaderes le cortan la cabeza a la familia real y cuando el buen hombre se presenta para cobrar por su eficaz invento,
lo guillotinan también a él.
MORALEJA: La democracia termina donde comienza la guillotina.
                                                             Niña del día
 Cuentan que en el tiempo de los tiempos y en un lugar de los lugares, entre unas pequeñas vidas de la vida, una niña derviche se ganaba su día cantando cuentos de niñas derviches que se ganaban sus vidas contando y cantando cuentos sin cuenta.
Uno de esos cuentos recuerda que una niña derviche se sentó en el suelo y puso siete piedras delante suyo formando un anfiteatro en un claro en medio de la pradera y les contó siete historias.
Y cuentan que las almas de esas piedras se conmovieron hasta la risa y las lágrimas e hicieron con sus lágrimas de felicidad el más bello lago en medio de ellas. 
La niña asomó su rostro y se vio reflejada como una luna azul en su decimocuarta noche. Sacó su preciosa lengua y se vio un signo lingüístico en medio de la lengua.
Al ser felizmente descubierto, el signo lingüístico despertó como un genio mágico, y se puso de pie y abrió sus alas y cantó el himno de las siete lenguas.
Y las piedras se volvieron siete peces de siete colores diferentes y entrenadaron en el lago de sus felices lágrimas. Y otras siete piedras vinieron a oír el himno y entrebailaron con los peces y se volvieron siete pájaros de siete colores cada uno y bebieron del lago y volaron a buscar néctar de luz y polen en el prado y llevaron la vida de los árboles frutales y las flores más allá de los siete mares.
Y aunque no todo era feliz en el universo y la niña y los peces piedra y las aves piedra sabían que en la convivencia hay lucha y en el cielo hay amores y guerras, nacimientos y muertes, luces y sombras, ese día todos se durmieron soñando los mejores ecos del signo. 
Al otro día las aves eran piedras otra vez y los peces eran piedras otra vez y ya se había evaporado el lago de las felices lágrimas pero la niña derviche amaneció con ganas de salir a caminar, a cantar y a danzar el signo por donde el día la llevara.
Para que el día nos traiga, -dijo- vamos al día con nuestra renovada voluntad de amor.
Para que este día y cada día den también de su hambre y su fruto, su sed y su agua, vamos a despertar el signo-ordenó-.
Si la piedra puede ser pez o pájaro, -se dijo- ¿Por qué no podría yo volver a despertar y volver a salir a la convivencia creativa, aún cuando no todo sea luz y calor, amor y alegría, canto y danza?
                                                            Minerales  
Un cascote le dice a una piedra: te amo. Pero el corazón de piedra de la piedra no responde. Loco de pena, el cascote se arroja al abismo y se hace añicos.
Otra piedra, de corazón loco, se enamora de un cascote, pero el cascote no le corresponde y la deja dura.


Lulù Colombo


MOROCHOS UNIVERSALES   Lulù Colombo


Dime, chañar vetusto

Nudoso, lampiño y frutal

¿Por qué esa sangre morena

Morocha sangre barata y sedienta

tiñe las veredas de la ciudad?


Dime, chañar artrítico

Arrumbado en el monte

Esos frutos dorados esparcidos

Esos hijos de la tierra

Abandonados a su suerte

Dime si es justo ese goteo

De vidas en el macadam


Dime, abuelo del Norte,

¿Por qué los niños solos

Se crían sin un padre?


Servicial entre los árboles,

Dime, en fin,… ¿por qué?

¿Por qué una mujer rota,

Escondida, como un ojo de agua

Matriz encarcelada en el monte

Llora sin que el sol pestañee?


Dime, chañar dorado

¿Existe alguna muerte justa?

¿Acaso un morocho pobre

Es menos digno que un fiscal?

Dímelo tú, anciano chañar

¡Oh, árbol maravilloso!

Siento la bala en mi pecho,

Los golpes y la injuria

Soy pobre, oscuro y joven

Camino cuajado de sombras

Cinta negra del destino

Tú, madera generosa y sabia,

Vida, dulzor y poesía

Ábreme las puertas del olvido