Es la cuestión
Sonia Figueras
Un aire agradable me vuela los cabellos y cada tanto saco el
mechón sobre los ojos que me molesta. Parada en la puerta de la salita del centro
médico trato de no parecer un pez fuera del agua. Lo soy.
Adentro, en la sala de espera algunas mujeres, impasibles,
me observan. Con sus chicos, todos con la idéntica mirada triste, hueco
profundo negro a la búsqueda y encuentro de respuestas. Me incomodo. Sería
bueno sentarme entre ellas, mostrarme una igual, una par una más. No lo soy. Soy distinta.
Sus ropas, las de ellas,
sencillas como las mías pero diferentes, algo nos distingue, hay un
porqué.
Mi tez blanca, ni siquiera ruborosa o con el tono exquisito
de la cama solar. Soy distinta. Mi cabello rubio teñido se refleja en el vidrio
de una puerta y aunque no haya ido a la peluquería se ve el brillo y el cuidado
que recibe este pelo.
Mi origen de clase media acomodada, las posibilidades para
estudiar que me dieron mis padres, el casamiento con un profesional, los hijos
con la ocasión de adquirir también una profesión, la casa confortable, todo es
contrapuesto.
Vuelvo la mirada a la platea de ojos carentes en hilera, y
similares.
Desde un triciclo,
Emerson mira con sus casi dos añitos y su tremenda sonrisa, bolivianito
hermoso, cara redonda, ojos negros tan negros que lastiman. Manitas paspadas
por el frío, mejillas rojitas como el tomate, coloradas y ásperas. ¡Ah! esos
pinchos cortitos desparejos cortados a cuchillo, el cuerpo chiquitito los pies
descalzos. Cómo quisiera abrazarte niño que hoy conozco, besarte, entibiarte.
Igual te sé. Te veo en cualquier esquina cuando ese pudor ineficaz hace que no
haga lo que deseo.
Intento un paso adelante y se cruza una enfermera. Ya pasa.
Me animo, toco su cabecita lacia. La madre desconfía hasta
que sus labios emiten el esbozo de una mueca sonriente.
Inflada como sapo gordo hubiera querido levantarlo,
acariciarlo, mimarlo.
Tengo vergüenza. Me voy. La vida está a la espera. Dejo
atrás a las otras, mujeres a las que no puedo ayudar a mi antojo.
A no ser…
Será mi decisión. Es la cuestión.
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