El hombre
El hombre demandó su bienestar.
Se lo negaron.
El hombre demandó la salvación.
Se la negaron.
El hombre demandó protección.
Se la negaron.
El hombre demandó alegría de vivir.
Se la negaron.
El hombre demandó dicha para los suyos.
Se la negaron.
El hombre demandó piedad.
Se la negaron.
El hombre demandó armonía.
Se la negaron.
Entonces, el hombre se puso en cuatro patas, le crecieron
pelos en todo el cuerpo y adquirió mirada de lobo.
Aulló. Saludó al plenilunio.
Y la manada lo aceptó, sin pedirle explicaciones.
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