domingo, 12 de junio de 2016

Liliana Isabel González

Abrir y otros cuentos Liliana Isabel González

ABRIR
Daba miedo entrar. La pieza era una trinchera en medio de una guerra no declarada. El lugar latía. Se expandía al ritmo del acopio desordenado. Tanto acumulado ahogaba la vista. Un hilito de pinotea libre habilitaba el ingreso desde la puerta al escritorio. Telgopores cuadrados cúbicos y trapezoidales recortes, maderas, pilas de maderas superpuestas, apoyadas unas sobre otras, en actitud defensiva ante cualquier posible intromisión, herramientas, caños, un teclado nuevo y polvoriento, un cuadro de alguien encadenado a su frustración, un brazo de animatronics, latas de pintura, un tacho de basura plástico y rebalsado, una lámpara que no prende, platos y tazas con rastros de comida, un placard lleno que vomita ropa, una cama marinera testigo mudo de un conflicto no resuelto, una ventana con prohibición de ser abierta, un sol que se queda con ganas de iluminar tanta tristeza.

CUANDO
Cuando se encontraron, la vida los miró asombrada, se desperezó y descubrió la esperanza.
Cuando se encontraron, sus cuerpos recuperaron la alegría del movimiento.
Cuando se encontraron, el mundo se detuvo detrás de ellos para escuchar  palabras  nunca escuchadas.
Cuando  se encontraron, se reconocieron y recordaron que juntos, habían vivido en otro tiempo.
Cuando se encontraron, las manos suavizaron los gestos, hasta hacerlos alas.
Cuando se encontraron, se preguntaron donde habían estado.
Cuando se encontraron  ...
Quiero estar con mi mamá

¡QUIERO ESTAR CON MI MAMÁ!
No me da vergüenza susurrarlo al oído de la maestra. La extraño. El banco es una montaña de pañuelitos de papel húmedos y apretados. Los chicos me acompañan si me ven moquear. “Dale Manuel somos tus amigos” dicen. Yo solo quiero escaparme y no volver más. Miro por la ventana y juego con el cielo celeste Me vendrían bien un par de alas. La garganta me aprieta. Las lágrimas se escapan a borbotones. Lloro sin parar. Escucho que la escuela es mi lugar. Abro la carpeta escribo el día y pruebo ser grande aunque sea un ratito nada más.

¿CÓMO SE HACE PARA NO TRABAJAR TANTO?
Suplicó la anciana verdulera del barrio, con su cuerpo empequeñecido, vestido de cansancio melancólico  y con la mirada dirigida a su Bolivia amada.
Yo puedo pegarle porque soy el hermano más grande la desafió el niño a ella, que vestida de colores, intentaba organizar la fila para que cada uno recibiera dulces envueltos con donaciones.
¡Dame más! repetían los pequeños que volvían a enfilarse vestidos de ilusión y con la sonrisa borrada.
Dame plata! le ordenó el niño a la mujer vestida de ilusión. Tengo monedas le respondió. ¡Dámelas!  la increpó vestido de fuego y reclamo.
No se separen caminen juntas hasta la parada del colectivo! les advirtió la mujer vestida de prudencia.
¿Cómo se hace para no vestirse de miedo?
¿Cómo se hace…?
CURANTO

Curanto para degustar solo o en compañía.
para festejar la estación con las verduras disponibles
para saciar el hambre que nos habita
para ¡cocinar! para uno y para todos
para que la casa se llene de olor a comida
para que quien camine por la vereda le despierte un lindo recuerdo


¿para que cocinamos?...para alimentar nuestro día!

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