Tengo ganas de volver a casa, de caminar las tres anchas cuadras custodiadas por los jacarandaes estallados en flores que alfombran las veredas de azul desvanecido. Pasar por la vieja estación de tren, cruzar las vías y llegar hasta la avenida que desemboca en la plaza donde la conocí, dijo el Mirón poéticamente, mientras saboreaba un caudaloso vaso de escocés.
El Gordo y yo nos miramos sorprendidos cuando Rogelio nos sirvió una cerveza en una bandejita con maníes salados, queso y jamón cortado a cuchillo. La esquina del Tres Amigos se oscureció de repente como una tristeza. Después que se jubiló empezó a sentirse viejo, pensé. ¿Vos estás loco o nos estás cargando?, dijo el Gordo. Y tenía razón. Si siempre fuiste un porteño de ley, no nos vas atraicionar ahora.
Lo miré al Gordo tratando de disimular mi emoción
por el relato. Nunca lo habíamos escuchado
hablar de esa manera. Me acordé de
Marta, mi primera novia, y de todas las Martitas que amé mi vida. Entonces
el Gordo hizo un gesto pidiendo otra cerveza. Hacía demasiado calor en un
septiembre nublado y creí entender lo que le pasaba al Mirón.
Sin
conocerla la imaginé María está sentada en el banco de la plaza del pequeño pueblo,
donde empezó todo. La plaza rodeada por la iglesia, el edificio municipal, la
escuela normal, el teatro de la Sociedad Italiana, la farmacia, el almacén de
ramos generales, el bar, la tienda del turco, el consultorio del doctor Donato
y la comisaría. Lo vi al Mirón acercarse con un ramito de flores y sentarse a
su lado, tomarle la mano y darle un beso en la mejilla.
Sé que
todavía vive allí, hace unos años que enviudó y sigue atendiendo la mercería,
me lo dijo Mario, el comisionista del pueblo que viene de vez en cuando por
algún trámite. Además tengo ganas de dejarle la academia de tango a mi hijo
mayor, él lo necesita más que yo. Total ya cumplí con creces con la cultura
nacional y popular. Las gambas no me dan como antes, es hora de darle lugar a los
jóvenes.
Ella,
sentada el banco de la plaza escribe sobre su falda una carta, una carta que
nunca enviará, como aquellas guardadas en el cajón de la mesita de luz, desde
el día en que él se marchó hacia el sur para hacer la colimba. Es sábado, María
termina de escribir mientras los muchachos y las chicas del pueblo salieron a
dar la vuelta al perro. La ronda de los
jóvenes gira entre risitas y miradas cruzando el aire templado del crepúsculo
anaranjado que desciende sobre el horizonte de trigo.
Después
la colimba me vine a la capital estudié, me recibí, me casé, tuve a mis hijos,
a mis nietos, y cuando murió mi mujer volvieron los recuerdos de mi juventud y
la culpa. Sé que en el afán por progresar me olvidé de María, aunque en las
noches de estrellas escucho su calida voz llamándome: Vení amor, te espero.
Un silencio largo atravesó
el café como una daga en la piel, y me pareció escuchar a un bandoneón
desahogándose sobre la mesa de billar.
Cuando
quieras te llevamos en la camioneta con el Negro. Tiene que ser un fin de
semana así zafo de la bruja y nos comemos un asadito al lado del río y
compramos unos buenos salamines, dijo el Gordo, y asentí con la cabeza.
Te
agradezco Gordo, quiero estar allá para de fin de año y de paso me pueden
ayudar a arreglar la casa de los viejos. Quiero llevarme algunos discos y los
libros, tengo las fotos, la tele… No veo la hora de volver y poder dormir una
buena siesta.
La noche
de Barracas encerró sus palabras y las mías como tantas veces en que los
muchachos nos confesábamos entre hombres. Esas noches que uno teme desvelando
los viejos fantasmas. ¿Vendrán a llevarme otra vez?
La
sonrisa dibujada en los labios del Mirón me decían que había comenzado a volver
a casa, y en ese viaje empezó a olvidarse de todo, a sentir ajenas todas
aquellas cosas que deseaba tanto cuando partió de su pueblo natal, se sentía
dichoso, pleno, capaz de cualquier locura. Y había que acompañarlo.
Al
despedirnos los tres nos abrazamos con fuerza. El Mirón prendió un cigarrillo
agachando la cabeza sobre el hueco de su mano izquierda y miró al cielo
buscando la estrella que lo guiará por un nuevo camino.
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