IDEAL
Descalzarse,
desatar uno a uno los moños de cada zapatilla.
Desnudarse los pies, meterlos en la cama y
estirarse.
De ese modo
comienza nuevamente el copioso caudal de imágenes que preceden al sueño, preámbulo
que hace posible los ideales, concreción de ilusiones, pasadizos mágicos que
regalan en ficción cada uno de los capítulos esperanzados ya fijados y en lo
posible ir agregando color y forma, ensoñaciones hasta quedarse dormida y al
despertar apretar más aún los ojos con ganas de proseguir el hilo conductor
dejado horas antes por el paréntesis de la noche y del sueño.
Soñar, soñar
despierta y dormida, concertar citas con las ilusiones, amigarse con las
esperanzas, abonar las utopías.
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