ARCÁNGEL
Esta historia que empieza, es la historia
de Arcángel, un peculiar vecino de una peculiar localidad llamada Villa Cosío.
Los habitantes de Villa Cosío, todos sin excepción, viven y mueren en Villa Cosío,
siendo para los cosianos Villa Cosío la representación del universo todo. Los
cosianos vivirían felices y en la abundancia si no fuese porque de cuando en
cuando, sin que los cosianos hayan descubierto la forma de anticiparlo, un
toro, un terrible, inmenso y sanguinolento toro, entra en Villa Cosío por la
puerta de toriles. La puerta está situada al sur del pueblo, precediendo mágica
el abigarrado monte que aísla a Villa Cosío del mundo infinito. El toro,
arremetiendo y derribando cuanto encuentra a su paso, no abandona Villa Cosío
hasta asesinar a unos de sus vecinos.
Retomando la
historia de Arcángel, nuestro protagonista, decir que es un hombre de mediana
edad, corpulento y vigoroso en sus formas. Arcángel es un habitante más de
Villa Cosío, querido y respetado, o al menos lo era hasta hace tres días,
cuando decidió Arcángel mudarse con todas sus cosas a la puerta de toriles.
Esto supone inmediatamente el ostracismo, la soledad. Ningún habitante de Villa
Cosío en su sano juicio se atreve a pasear siquiera cerca de la puerta de
toriles. Esta noche, Rodrigo no concilia el sueño, está inquieto, abre los ojos
y ve acercándose la diminuta figura de un niño.
-¿Qué haces
aquí? Es peligroso. Vuelve a casa Samuel.
-No
Arcángel, yo soy valiente como tú, yo no le tengo miedo al toro ¿porqué lo
haces Arcángel? ¿es que quieres que te mate el toro?
Arcángel
coge a Samuel por su manita y los dos se dirigen hacía una encina cercana.
-¿Quieres
saber por que lo hago? Está bien, te lo contaré, pero si sale el toro, te subo
a la encina y me juras que de ahí no bajas.
-Te lo juro
Arcángel.
-¿Has oído
hablar alguna vez del loco Guillermo?
Esto lo ha
dicho Arcángel con voz queda, sin perder de vista la puerta de toriles.
- Claro que
si… ¿haces lo mismo que el loco Guillermo? Pero él, murió…
- No Samuel,
el loco Guillermo no murió corneado por el toro. antes de llamarlo el loco Guillermo,
le llamaban Guillermo el valiente... porque siendo yo niño, un toro enorme
salió por la puerta. Guillermo no se levantó de su hamaca ni corrió ni huyó, ni
gritó, se mantuvo en calma… de pronto, se puso en pie y gritó con todas sus
fuerzas, "¡eh toro maldito, aquí estoy, ven a por mí, aquí tienes a tu
víctima!" al decir esto, el toro quedó paralizado, mirándolo… todo esto
sucedió en la plaza de la fuente… yo era más pequeño que tú en aquellos
tiempos, pero lo recuerdo como si fuera ayer, el toro y Guillermo se miraban
desafiantes, hasta que el toro arrancó la embestida acompañado de un griterío
histérico aproximándose amenazador a Guillermo, que permanecía de pie
impasible, provocando con insultos al toro. Cuando todo el mundo se temía lo
peor, sucedió lo inesperado, el milagro… el toro se detuvo a un palmo escaso de
Guillermo y un suspiro contenido recorrió toda Villa Cosío. Así estuvieron el
toro y Guillermo frente a frente durante unos segundos que parecieron una
eternidad, hasta que de repente, el toro se dio media vuelta y se fue a toda
prisa por la puerta de toriles. Imagínatelo Samuel, por primera vez el toro se
iba sin su victima, y todo gracias a Guillermo. Cuando Guillermo se trasladó a
vivir a la puerta de toriles la gente empezó a llamarlo el loco Guillermo.
Todos creen que Guillermo murió corneado una noche sin testigos. Pero solo yo
sé lo que sucedió aquella noche Samuel… la noche que desapareció Guillermo,
imbuido de un extraño presentimiento permanecí en vela… subí a la azote de mi
casa y desde allí lo presencié todo, aquella noche, cuando silencioso el toro
salió por la puerta de toriles, Guillermo lo estaba esperando. El toro estaba
quieto, sin mover un solo músculo, y esta vez, fue Guillermo quien corriendo
fue al encuentro con el toro. No sé bien como explicarlo Samuel, el caso es que
cuando Guillermo llegó a la altura del toro y se abalanzó sobre él, simplemente…
lo atravesó… cayendo el suelo, como si el toro no tuviera cuerpo, después de
esto el toro desapareció y… Guillermo se fue, si… se fue de Villa Cosío. Por
eso lo hago Samuel, desde aquel día… necesito saberlo.
Arcángel ha
terminado su historia y con un gesto ha hecho entender a Samuel que debe irse;
éste, con un gesto de despedida, ha echado a andar en dirección a su casa. En
esta noche de clara reclama Arcángel pero el toro, sin hacer caso continua
absorto contemplando el cielo estrellado. "Eh toro" replica de nuevo
Arcángel; el toro da media vuelta, escarba con su pezuña delantera izquierda,
resopla y hociquea y arranca levantando tras de sí una espesa polvareda.
Arcángel, con el corazón henchido de valor, corre a su encuentro. Tembloroso,
Arcángel se levanta del suelo, no
entiende lo que ha pasado, e incrédulo observa como ambos, él mismo y el toro,
ocupan al mismo tiempo un mismo espacio. El toro desaparece, se desvanece.
Echando una mirada en derredor como despidiéndose de Villa Cosío y aún
contrariado, Arcángel atraviesa el umbral de la puerta de toriles,
desapareciendo en medio de la incierta negrura.
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