lunes, 27 de agosto de 2012

LULU COLOMBO (CERRO COLORADO CÓRDOBA)


ÁRBOL DE ÁRBOLES
                                    
Árbol de árboles ser
soberano del monte; dondequiera
mi mirada encuentra tu estrategia
similar a la de Amor siempre bifurcándose
acosado entre la esperanza y las ansias
de cubrir todo este sol o crecer
como si  quisieras encerrar al cielo
en una burbuja de mantillas verdes
tenues diminutas brújulas de rebozo
sensores de la vida…  Sólo ilusión
Trivial hojarasca humeando en el patio
¿Puede el amor haberme escondido
sus secretos entre tus brazos?
¿Será cobardía o hastío no recordar
esos hombres que alguna vez
me estrecharon entre sus brazos
y a los que creí amar? ¿O algo me distrajo?
¿Serás el árbol que abrasa esta vida
con su corteza arrugada imponiéndome
el recuerdo de un amor que no ha sido?
¿O el del olvido, así,  sin más, donde se cuelgan
ropajes penumbrosos ya desvaídos
que ya no se sabe de quién son?  No lo sé.
Sólo sé que en suelos ajenos no te nombran
Tampoco te nombran los hombres ajenos
 Y aún así
aquí estás, sereno, sólido, siempre aquí
cada una de tus ramas es un pedazo de mí
de mis vísceras secas
Somos restos… sólo eso, alguna hojita mustia
sobras de aquel empeño inútil de amar
a pesar de todo y contra todo contra el plomo
y el grito y la derrota de esta hoja ya caída
¿Sabes lo que es ser el contrapeso de la muerte?
Sabes, sí,  lo que es desgajarse  yendo hacia un sol
muerto en una cansada tarde del ayer e insistir
Ir  a por un infinito instante de amor eterno
a repetirse más allá de mí, contra mí, lejos de mí
Los tordos pasean por tus ramas heridas
como aquellos muchachos que no sé si amé
se han paseado por mi cuerpo. Pájaros negros
copulando bajo un cielo de espejos empañados
Y la tarde apacible aquí conmigo derrama en mí
un juego de sombras como abanicos japoneses
y cae con un caer de agotados recuerdos disecados
Te contempla, ella, también, como yo,
reinando aún sobre los otros: árbol de árboles
Hoja sin palabras
Inmóvil a esperar que culmine el gran juego
del atardecer y  aún de pie a preguntarnos:
¿Habrá un mañana?


ALMA DESPEADA
A la memoria de Sebastián Peralta


Despeado de mucho andar
sin herraduras en el alma
Despeado el corazón callado
por el rigoreo de la soledad
Escribió unas líneas, alzó un alambre
y se marchó monte adentro
bordeando el río de la muerte
Andaba por esos días oscuros
de mala sombra y gacho
musitándole a la parca
su amarga soledad despeada.
La vida: una futilidad.
La pena, ramosa, copuda,
como el árbol de la memoria
de vejámenes y abandonos
torneó su sonrisa de niño,
rama nueva sin flor, vara,
leña delgada, fusta abatida
sobre su alma de seda y cristal

Crueldad y furia hilaron pacientes,
en él, trama acre de dolor y miedo
Crisálida fatal fundiéndose,
en él, el sin amor.
Coagulándose, en él, el sin nadie.
Y ya no pudo desprenderse. No pudo
ya despojarse de esa vil mortaja.
¿Yace? No, él, no. Nunca yacerá.
Él sólo descansa al fin de su tristeza
erguido dignamente para siempre
arrullado por la brisa suave
amado por los espíritus del monte
Alma de seda y cristal.


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