EN LA HORA VIOLETA
Ya lo dijo
el pensador empedernido: el primer beso de la amante anticipa el sentido de su
amor. Y este vaticinio parece cumplirse con creces en el caso de la amapola
viviente. Cuando el pensador habla no corre riesgos: si respira es porque sabe
que el aire existe. El pensador encuentra en la amapola el pretexto y la
metáfora para no morir de muerte prematura.
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