lunes, 27 de agosto de 2012

ADA INÉS LERNER


EL ATAÚD USADO
Después de discurrir largamente, mi hermano Simón decide que no es inconveniente que yo comparta el ataúd con el tío Ismael (fallecido allá lejos y hace tiempo).
Dice Simón a la familia: es notable la diferencia de precio e ínfima la posibilidad de que, con el tiempo, la comunidad sospeche un incesto. 
La funeraria (el dueño es gentil) le ha ofrecido cremación y urna por un precio más conveniente y Simón - que ha extraviado los preceptos de la religión - aceptó.
A partir de ese treinta de abril comparto una vasija mortuoria con Ismael, judío liberal y viudo de primeras nupcias; se trata de un hombre desconocido para mí; eso es lo que a juicio de Simón evita los comentarios maledicientes y además - adujo - no puede ser atrevida tamaña cercanía con alguien que me lleva casi doscientos años. 


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