GOTEO EN REVERSA
Instantes...
La lluvia gotea contra los cristales y nutre las flores del cantero igual que
húmedos besos de sal. No se sabe dónde caerá la próxima. Al fin de cuentas,
cada cual elige dónde sortear su diminuto charco privado. Persisten. Hasta casi
se las puede contar y medir, de una a una, como las del suero aquí, en la sala.
De pronto, se achata la bolsita de plástico transparente. Un acompañante levanta
las pestañas, deposita la mirada ausente sobre el conteo, y aprieta un botón.
Cables y sondas se prodigan por todas partes. Dónde las muertes horadando sus
rastros de vida.
En esta
habitación de caños blancos, la mayoría se acuesta sobre un ruidoso colchón de
nylon a ejecutar sus últimos suspiros; otros, afuera, directamente sobre
cartones. Pasos en falso... desde la cordura del especialista que promete lo
que ni siquiera sabe cómo cumplir, pasando por la mujer de casquito blanco que
pide un silencio que casi nadie respeta, hasta la que lampea un trapo sucio
sobre un piso que no desea limpiar... Falso... como los soles anunciando una
primavera que no será más que agosto bajo la tierra.
No hay
vestigios. Ni de las batallas que no se libraron, ni de la perduración que no
se alcanza. Aquí, sólo se mira la lluvia y se controla el suero: ¿Cuándo pasará
el tiempo?... No de lluvia, sino de esta nebulosa sorda de límites imprecisos,
en la que las murallas de silencio se prolongan hasta el infinito al que nadie
puede ponerle stop. Casi todos estamos llorando aunque son las tardes previas a
los comicios. Los dioses falsean penas por las manos que ya no pasarán por las
urnas. Tiempo de librar en un sobre cerrado, las batallas que antes no se
lidiaron ni se lideraron.
Padeció un
ataque cardíaco. Se intentará un "by pass" para este país en coma que
ejerce control sobre el goteo mientras que el cielo prodiga llanto. Nace un
bebé y lloramos; también él llora cuando nace y todos lo hacemos ante la
muerte. Unos, dos, tres... seis... Amamos y lloramos. El cielo lagrimea y el
suero gotea. Alguien nos muestra una obra de arte y lloramos, ¿dónde están los
que no lloran? ¿Cómo y dónde se liberan las risas?... No, no mientan más...
Esas risas son tan falsas como las supuestas señales de no tengo miedo a morir
que esbozan los enfermos sobre el conteo de las bolsitas de plástico. Aquí, hay
una neblina tan tupida que, para no chocarnos unos con otros, los hermanos nos
damos la mano mientras construimos murallas humanas a tientas, reclamando sol y
goteando con el conteo en reversa...Y ¿afuera?... Afuera también llueve
tanto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario