AJUSTE DE CUENTAS
Cinco minutos de paz, cinco minutos de
gloria. Un largo camino y los obstáculos de siempre. Pero hoy no. Hoy es el
día, es el momento en que aquel sueño, siempre tan intangible deje de ser una
ilusión vana.
El chirrido agudo del pasador de la puerta
del jardín lo confirmaba. Habías
llegado.
¿Venganza o justicia?, quién podría
saberlo. Pasos seguros y pausados con zapatos finos.
Puedo intuir tu mueca soberbia y altanera.
Tu ropa impecable de caída perfecta y yo con toda esa bronca acumulada por
años, pensando una y otra vez en el camino del dolor, en cómo vengar aquella
espina que una y otra vez revolvías en mi herida.
Pero hoy había dejado de sufrir. Como una
ola fresca apareció hace poco la mágica idea. Hoy, sabía cómo hacerte una
herida profunda, dolorosa. La peor. Tal vez la más denigrante y cruel para ti.
El timbre sonó y todo mi ser comenzó a
disfrutar el placer de la próxima venganza. Tomé el instrumento para lograr mi
cometido de arriba de la mesa. Abrí la puerta. Y fue entonces cuando con absoluta
premeditación…me coloqué los anteojos, te miré de arriba abajo y luego de darte
un beso te dije…¡qué gorda estás!.
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