DIENTES DE ORO
Cuando tenía quince años una gitana le
quiso leer las manos para adivinar su futuro, le dijo que iba a tener una cruel
enfermedad y que iba a morir muy joven.
Aterrorizado, vivió desde siempre con temor
a enfermarse, apenas salía, sólo lo hacía para ir a su trabajo.
No se casó. No quiso tener hijos. Todo por
el motivo de que se enfermaría y moriría pronto.
Pasaron los años y no tenía ni una simple
gripe. No era feliz.
Siguieron avanzando los años, cuando
cumplió cuarenta el temor se acrecentó, pensaba que en cualquier momento este
sortilegio usado por esta mujer llegaría en cualquier momento. El poder de las
palabras mágicas vertidas por la matrona que lo había envuelto por siempre no
lo dejaba disfrutar de las cosas buenas
que llegaban a su miserable existencia.
Su pobre vida era puro sufrimiento debido
al hechizo en que lo envolvía constantemente.
Llegó a viejo, era fuerte y sano como un
roble. Solo, sin amigos, sin mujer, sin hijos.
Un día se cruzó con la vieja pitonisa, y le
dijo lo ocurrido a lo largo de su horrible existencia por lo que ella le había
sentenciado, ésta rió muy fuerte mostrando sus dientes de oro, y le dijo que al
leer sus manos le había hecho un embrujo para que esto no le ocurriera, pero
que él no le había dejado mencionar al salir corriendo despavorido.
A la noche siguiente el anciano murió en
paz.
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