lunes, 26 de noviembre de 2012

CELIA E. MARTÍNEZ


DIENTES DE ORO 

Cuando tenía quince años una gitana le quiso leer las manos para adivinar su futuro, le dijo que iba a tener una cruel enfermedad y que iba a morir muy joven.
Aterrorizado, vivió desde siempre con temor a enfermarse, apenas salía, sólo lo hacía para ir a su trabajo.
No se casó. No quiso tener hijos. Todo por el motivo de que se enfermaría y moriría pronto.
Pasaron los años y no tenía ni una simple gripe. No era feliz.
Siguieron avanzando los años, cuando cumplió cuarenta el temor se acrecentó, pensaba que en cualquier momento este sortilegio usado por esta mujer llegaría en cualquier momento. El poder de las palabras mágicas vertidas por la matrona que lo había envuelto por siempre no lo dejaba  disfrutar de las cosas buenas que llegaban a su miserable existencia.
Su pobre vida era puro sufrimiento debido al hechizo en que lo envolvía constantemente.
Llegó a viejo, era fuerte y sano como un roble. Solo, sin amigos, sin mujer, sin hijos.
Un día se cruzó con la vieja pitonisa, y le dijo lo ocurrido a lo largo de su horrible existencia por lo que ella le había sentenciado, ésta rió muy fuerte mostrando sus dientes de oro, y le dijo que al leer sus manos le había hecho un embrujo para que esto no le ocurriera, pero que él no le había dejado mencionar al salir corriendo despavorido.
A la noche siguiente el anciano murió en paz.


No hay comentarios: