martes, 23 de octubre de 2012

CELIA MARTÍNEZ



HABÍA UNA VEZ…

Paseando por Villa la Angostura, compró un gnomo de los que se venden en los negocios  esas chucherías. Lo puso en la mesita de luz de su habitación  de la cabaña donde pasaba sus vacaciones. Cuando despertó a la mañana siguiente, lo encontró en la mesada de la pequeña cocinita. Le llamó le  la atención, pero pensó que tal vez lo había dejado allí cuando sacó los regalos de las bolsas. Esta vez lo  colocó sobre un mueble del comedorcito, a la noche mientras comía escuchó una risita, no se asustó pero le pareció extraña esta
pequeña vocecita, aguzó sus oídos y nada…
Se fue a descansar y otra vez escuchó esa risa que parecía de un niñito, por lo aguda, se levantó y vio al duendecito en el piso, pero no caído sino parado, entonces lo alzó y le dijo, que te pasa enano me estás haciendo bromas aún a sabiendas que éste era un muñequito y que no le iba a contestar, en cambio notó una mueca de burla en el enanito de madera, extrañamente no se asustó, sólo pensó que estaba fantaseando.
Temprano mientras se vestía, lo vio en su ropero, quieto en un estante. Dijo, bueno si te gusta pasear te voy a llevar conmigo a la excursión. Lo metió en su cartera y partió. Con sorpresa en el micro veía que su cartera saltaba, temiendo que los otros pasajeras se dieran cuenta lo introdujo en un bolsillo de su campera, pero el saquillo de su abrigo se revolvía, metió su mano para que  el temblequeo cesara, pegó un grito cuando creyó ser mordida, ante el estupor de la gente, con una sonrisa falsa se disculpó diciendo que se había apretado un dedo, ya se estaba inquietando. Cuando bajó de la combi, fue a un baño dispuesta a tirarlo en un cesto, pero éste volvía a sus manos, sin desprenderse. Bueno, hacés tanta magia, expresó, cumplime  un deseo, a ver, a ver...quiero esta noche salir y conseguirme un novio, le dio un besito al duende y lo tuvo en su mano derecha. El pequeñín esta vez no se movió,  esa noche salió a comer a un restaurante y conoció a un hombre encantador, ella pensó, me tendré que ir a las doce? pero no lo hizo y el hechizo no se rompió. Cada noche  le hacía un mimo a su diminuto amigo. Otro día le pidió tener un auto y se lo ganó en un sorteo en una comida. Siguió saliendo con este señor con quien se comprometió. Se casaron un tiempo después. Finalmente le pidió que le concediera un último deseo: ¡tener hijos, llegaron tres juntos, trillizos!
Una mañana no encontró a su criatura benefactora, halló pequeñas astillas en su lugar y una nota, "HE CUMPLIDO CON TUS REQUERIMIENTOS MÁS PRECIADOS, DEBO PARTIR"
Fue feliz, pero añoró a su compañero de sueños...
¿Tal vez todo llegó porque tenía que llegar y ella se aferró a su talismán?

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