HABÍA UNA VEZ…
Paseando por
Villa la Angostura, compró un gnomo de los que se venden en los negocios esas chucherías. Lo puso en la mesita de luz
de su habitación de la cabaña donde
pasaba sus vacaciones. Cuando despertó a la mañana siguiente, lo encontró en la
mesada de la pequeña cocinita. Le llamó le
la atención, pero pensó que tal vez lo había dejado allí cuando sacó los
regalos de las bolsas. Esta vez lo colocó
sobre un mueble del comedorcito, a la noche mientras comía escuchó una risita,
no se asustó pero le pareció extraña esta
pequeña
vocecita, aguzó sus oídos y nada…
Se fue a
descansar y otra vez escuchó esa risa que parecía de un niñito, por lo aguda,
se levantó y vio al duendecito en el piso, pero no caído sino parado, entonces
lo alzó y le dijo, que te pasa enano me estás haciendo bromas aún a sabiendas
que éste era un muñequito y que no le iba a contestar, en cambio notó una mueca
de burla en el enanito de madera, extrañamente no se asustó, sólo pensó que
estaba fantaseando.
Temprano
mientras se vestía, lo vio en su ropero, quieto en un estante. Dijo, bueno si
te gusta pasear te voy a llevar conmigo a la excursión. Lo metió en su cartera
y partió. Con sorpresa en el micro veía que su cartera saltaba, temiendo que
los otros pasajeras se dieran cuenta lo introdujo en un bolsillo de su campera,
pero el saquillo de su abrigo se revolvía, metió su mano para que el temblequeo cesara, pegó un grito cuando
creyó ser mordida, ante el estupor de la gente, con una sonrisa falsa se
disculpó diciendo que se había apretado un dedo, ya se estaba inquietando.
Cuando bajó de la combi, fue a un baño dispuesta a tirarlo en un cesto, pero
éste volvía a sus manos, sin desprenderse. Bueno, hacés tanta magia, expresó,
cumplime un deseo, a ver, a ver...quiero
esta noche salir y conseguirme un novio, le dio un besito al duende y lo tuvo
en su mano derecha. El pequeñín esta vez no se movió, esa noche salió a comer a un restaurante y
conoció a un hombre encantador, ella pensó, me tendré que ir a las doce? pero
no lo hizo y el hechizo no se rompió. Cada noche le hacía un mimo a su diminuto amigo. Otro
día le pidió tener un auto y se lo ganó en un sorteo en una comida. Siguió
saliendo con este señor con quien se comprometió. Se casaron un tiempo después.
Finalmente le pidió que le concediera un último deseo: ¡tener hijos, llegaron
tres juntos, trillizos!
Una mañana
no encontró a su criatura benefactora, halló pequeñas astillas en su lugar y
una nota, "HE CUMPLIDO CON TUS REQUERIMIENTOS MÁS PRECIADOS, DEBO PARTIR"
Fue feliz, pero añoró a su compañero de
sueños...
¿Tal vez
todo llegó porque tenía que llegar y ella se aferró a su talismán?
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