EN ROUGE
Cuando calzo en rouge, el deterioro
retrocede hasta el comienzo de las ganas, y ya no existe evidencia que
entorpezca la urgencia de mis piernas.
Lozanas, prietas, mis pantorrillas brincan
en dos el sendero culebrón, serpiente ondulante y llevarte hasta el dominio de
tu nombre.
Por el
callejón del Campanario un coro de hojas secas cruje y se queja bajo mis pasos
de fuego.
¿Será gemido
o canción?
¿Y… es que
no son la misma cosa?
Me excita al
máximo su requiebro de sometimiento… pienso… en la delicadeza con que he de caminar
sobre tu columna.
Pienso… en
la promesa oculta en cada una de tus vértebras y en el poder de mi andar sobre
tu cuerpo, así, en rouge, podré pisarte de punta a extremo, asolarte desde el
alma hasta la punta de los dedos, hundirme en tus costillas hasta el
pensamiento mismo, zapatearte las nalgas, doblegarte el sexo con la suela y el
tacón y, estoy segura de que nada, NADA va a impedir el goce de ambos hasta el
momento extremo del descalce, cuando, extasiados y extenuados de tanto goce
doloroso, dejemos a la vera del colchón (amorosamente alineados), este par
endemoniado de zapatos en rouge.
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