sábado, 30 de junio de 2012

JUANA ROSA SCHUSTER


UN PACIENTE ESPECIAL  

No tenía el alta del surmenage, cuando comencé a trabajar otra vez como psicoanalista. Mi primera paciente fue una jirafa.
-¿Qué la trae por aquí?
El rimmel se le había corrido por el llanto. Aún así, estaba preciosa, muy femenina.
-Estoy acongojada.
-Cuénteme.
-No tuve una infancia feliz. Trasladaron a mis padres a un Zoo.
-¿Los buscó?
-Sí, resultó infructuoso. Entrevisté a todos los seres de mi especie.
-¿Sueña con ellos?
-Con mucha frecuencia.
-Descríbamelo.
-Veo a mi madre. Come de las ramas más altas. Recibo un cálido abrazo..
-¿Ve a su progenitor?
-Sí. Canta siempre. Entona canciones típicas del África en un dialecto especial.
-Usted sufre, no tengo duda, pero debe habituarse a un nuevo modo de vida, es decir, busque contactos sociales. Hay clubes, cruceros, bailes.
Rompió en un sollozo sin control.
Confieso que no me involucro en la vida  de los pacientes, pero el caso, despertó una angustia que yacía dormida. Sentí incomodidad. Le ofrecí un vaso de jugo frutal que bebió con avidez.
-Tengo otro problema.
-¿Cuál?
-El abeto es más alto que yo.
-¿Cómo dice?


No hay comentarios: