jueves, 21 de junio de 2012

ELSA SOLÍS MOLINA (NALÓ)


EL GRITO 

Quisiera que los gritos volvieran a sus cauces, recónditos, vacíos, no escuchados por nadie para que no mancillen con violencia incansable las tranquilas, azules, aguas del pensamiento.
Los pájaros huirían hacia las montañas de cristales y confiados ensordecidos, pulverizarían sus alas en el hielo azul.
El grito invadiría los espacios abiertos y tranquilos, empujado por la violencia interior, por el ímpetu destructivo, por la intolerancia y el egoísmo. Estéticamente, se destruiría el paisaje, se desmenuzaría, destemplado, desbordando los mares.
Las entrañas de la tierra enfriarían sus fuegos interiores estrellándolos violentamente en erupción ígnea y destructora…
Y el desencadenante fue un grito, una intolerancia, una competencia…
El cosmos, paciente, esperará que las aguas corran, que las ardientes piedras se enfríen, y que nazca de nuevo la brizna…
Nuevamente, se sucederán los ciclos, se asentarán las bases del volcán, volverán los ríos a sus cauces o transitarán los nuevos, y en sus estructuras, pacientemente, comenzará de nuevo, la vida… Volverá a asomar el fuego, desde el fondo de la tierra, en las nuevas grietas, las constantes formas orgánicas, llenarán el entorno de flores. En las profundidades, las semillas germinarán, obcecadamente, buscando el sol, y las palomas malograrán con su voracidad, más de una ilusión de ser plantas. Limpio el cielo, prometerá lo suyo, para amparar la vida y su insistencia…
Hasta que, otro grito violento nazca en las entrañas de la tierra, de la tormenta desatada o el corazón intolerante, de las sequías inclementes o la ambición enceguecida, del capricho del cosmos o la miseria insoportable, de las iras del cielo o guerras insensatas… Y el grito indiferente… volverá a destruir!


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