BOTERO
Se aleja el botero y su carga preciosa.
Las aguas tranquilas respiran de la paz de este hombre, que con su sabiduría y
su remo avanza río abajo. Su rostro vívido, dorado por el sol y expresivo como
él, manifiesta esa plenitud que sólo es reflejo de una felicidad esquiva pero
alcanzable.
Camino
por el sendero adjunto. Sospecho sus pensamientos y mi corazón tiembla al sentir
las voces que cantan en el agua transparente.
Los
árboles tiñen de amarillos y rojos. El otoño les ha hecho el amor. Yo piso
algunas hojas caídas. Siento la potencia de esta hora dentro mío.
Pronto
llega hasta el lugar que buscaba. Siempre llega. Siempre lo hace.
Justo
en una desembocadura, donde se abre la tierra para dar paso al remanso, los
brazos hermanos, corrientes de aguas leves, siguen su curso. A otros guiarán. A
otros les hablarán. Y sólo ellos entenderán.
Se
ha sentado a descansar y contempla el cielo maravillado y sereno. Los arreboles
lo sorprenden aún.
Los
desafíos son de él.
Las
victorias también.
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