Quiero saber la verdad
Raúl
Samartín
Estoy
mirando el cielo, a través de mi pequeño jardín vidriado, disfrutando de un
esplendido amanecer luminoso que invita a hacer planes. Los gorriones me
brindan su acostumbrada serenata alegre y bochinchera mientras arman sus nidos
en los huecos que ofrece una vieja pared vecina. Puedo contemplar que todas sus
necesidades se basan en los dictados de sus instintos, no necesitan nada más.
En cambio los humanos hemos perdido nuestra naturaleza, poco o nada queda de
nuestros instintos. Lo humano está cada vez más sujeto a lo externo, somos
dependientes de lo que no tenemos, queremos poseerlo sin plantearnos si lo
necesitamos. En cambio, la verdadera naturaleza continúa su evolución
manteniendo una esencia base que se distingue por estar exenta de maldad-
Soy
Jorge Linch, señor Linch como suelen llamarme mis clientes leyendo la tarjeta
que sostienen en su mano durante las entrevistas. En los papeles soy un experto
en Relaciones Humanas y en la práctica simplemente un investigador privado que,
cada vez que escribo mi informe semanal sobre los diferentes casos, me sigo
sorprendiendo por las conductas observables en la “naturaleza humana”.
Irene,
ejecutiva de 45 años y muy buena figura, llegó a mi oficina quince minutos
antes de lo acordado, dio dos golpes enérgicos en la puerta y entró sin esperar
contestación tomando asiento y mirándome fijo a los ojos.
-Hola,
soy Irene y quiero saber la verdad, toda la verdad, estoy harta y cansada de
que me mientan. Quiero saber si vale la pena seguir representando un papel de
esposa que posiblemente me esté robando la posibilidad de ser feliz. Creo que
mi esposo me engaña-
-¿Usted
ha hablado del tema con su marido?-
-¿Hablar,
usted en qué mundo vive, por qué piensa que lo contraté? Somos un matrimonio en
el que ambos trabajamos duro para conseguir lo que queríamos. Hoy vivimos sosteniendo
nuestra realidad, apuntalándola con mentiras creíbles, que fuimos aceptando con
silencios de bronca y resignación, y que con el tiempo reclamaron venganza-
-¿Y
que pretende con mis servicios?-
-Según
mi abogado tener mejores pruebas que mi marido, para la negociación en el
juicio de divorcio, nada más, el tiempo de las palabras ya paso, las venganzas
consumadas ocuparon su lugar-
Raquel,
secretaria de 23 años con unos ojos y un cuerpo infartante, esperó que la anunciara
mi secretaria para luego entrar con paso firme, aguardando mi invitación para
tomar asiento. Su intención de parecer mayor ante mí, llevando anteojos y el
pelo recogido, solo conseguía realzar sus encantos.
-Señor
Linch, antes de hablar quisiera saber si la conversación será grabada-
-No
señorita, está prohibido salvo expresa voluntad del cliente-
-Perfecto,
yo no apruebo que se grabe nada de lo que voy a contarle. Yo estoy viviendo una
relación con mi jefe, una persona mayor, casado y de muy buena posición
económica y social. El otro día vino a verme una mujer que se presentó como su
esposa, sin más me ofreció compensarme con una buena suma si colaboraba con
ella para desenmascarar la infidelidad. Me aclaró que sabía que los bienes que
su marido me había obsequiado estaban a mi nombre y que no pensaba reclamarlos
en su demanda, certificándolo además por escrito. Acepté, porque era eso o caer
junto con él, con el riesgo de perderlo todo. Y, como tengo pruebas de que ella
también vive haciéndole los cuernos, quiero que usted certifique su conducta
con una investigación para que no intente traicionarme como al marido-
Julio,
un joven abogado de 34 años para el cual suelo trabajar en averiguaciones, vino
a verme de urgencia. Entró nervioso y con semblante preocupado, colgó su saco y
se tiró en uno de los sofás.
-Jorge,
se pudrió todo, vos siempre decís que si no hubiera sexo y dinero los abogados
y los investigadores desapareceríamos, pues yo estoy a punto de desaparecer por
ambas cosas. El sábado me levanté una mina espectacular, me recontra calentó y
en menos de lo que canta un gallo estábamos cogiendo como dos locos. La dejé en su casa y por suerte cuando llegué
a mi departamento Nelly ya estaba dormida, así que safé. Pero a la mañana
siguiente, en mi oficina, me esperaban dos tipos que se presentaron como padre
y abogado de una menor que alegaba abuso sexual de mi parte. Tienen fotos y
detalles que me comprometen, a cambio de su silencio y la entrega de las
pruebas piden guita, bastante guita. O me ayudas a salir de esta o estoy frito
social y profesionalmente-
-Bueno,
que pelotudo, en flor de lio te metiste ¿Cuando vas a dejar de pensar con la cabeza
de abajo? Dejame hablar con nuestros contactos en la Federal para ver si son
una organización o solo se trata de chantajistas aventajados, dilatá la
respuesta, yo te llamo-
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