martes, 29 de julio de 2014

Susana Máspoli



                         Dos por dos Susana Máspoli

Tiempo atrás conocí a Ángela María, compartimos la exposición de cuadros de Rudolf Von Crispen pintor cubista impresionista, en realidad claramente no se define la escuela a la que pertenece, digamos “confusionista”.
Sus obras reflejan criaturas extrañas, con ojos oblicuos.
Cristos, ángeles, nubes, en donde si prestás atención ves más elementos que en el todo.
¿Sabés? es poco conocido -me decía Ángela María. La gente le teme. Observar sus obras conlleva momentos extraños, insólitos.
Así de pronto nacen hombres alambre, el cubo y la perspectiva se funden, las hojas con bocetos corren con desenfreno.
Te asfixiás, no podés respirar. Las paredes llenas de cuadros están en una habitación de dos por dos, estirás las manos, el polvo acumulado en las telas, las paletas, los pomos. Asfixian.
De un marco abandonado cercano a una ventana con rejas, saltan hombrecitos de alambre cantan bailan comienzan a silbar canciones de ésas que hace tanta falta escuchar.
Dos de ellos deciden salir por la ventana corren por un prado imaginario hacia la puesta del sol que casi alcanzan. De rodillas y agotados esperan el momento culminante. Cuando creen que todo termina, cuando cambia el contraste del día y la noche aparece entre las estrellas una flor, la toman. Cuando las imágenes están desapareciendo sencillamente te das cuenta que la flor yace en las manos.
 Busco a Ángela María, nos queremos abrazar pero el gesto en el espacio reducido es torpe, quedamos en una enorme tela sin pintar, nos deslizamos atravesamos el ventanal enrejado ¿a qué Universo accederemos? por desconocimiento ¿será algún lugar prohibido? Simplemente nos perdemos en la bruma entelada y sin enmarcar.




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