Un día de escape Adela Inés Disteffano
Me
persigue una ciudad de múltiples recursos, angustiada corro entre la hojarasca
para perderme en el bosque que se abre en el espejo de mi magia y ansiedad. No
basta esa travesía, me digo -¡Es poco! Entonces sigo de prisa y caigo en el
pozo sin fin con olor a selva.
Y
huyo, traslado la llama de un corazón hambriento de amor hasta el sol que
apenas asoma y no es más que la tormenta
quemando mis ojos, reflejo del esperma que espera su concepción.
Sigo
por los callejones formados por árboles con simetría paralela a la vida de
otros seres. Hay espacios con melodías románticas cantadas al oído por alguien,
y hay manchas de texturas ásperas por intrigas que aun no fueron reveladas.
Por
último Ansío el cielo, conocerlo, hallar la luz que no es más que el gemido del
escritor anunciando otro obra, con colores ocres jugando a las escondidas con
otros pares blancos, copos de espuma flameando junto al viento. No escapo mas,
soy poetisa del paisaje, de las nubes espontáneas que tejen cortinas infinitas
de humo.
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