martes, 29 de julio de 2014

María del Rosario Gómez

Carta de amor María del Rosario Gómez


Mi querido:

Aquí es una mañana como otras, como tantas sin tu presencia, que agota nuestra distancia hasta volverla lágrimas. Me pregunto ¿Cómo puedo? Y me responde el silencio y una nueva fantasía…
 Puedo quizás porque nuestro amor es fantasía. Y también es silencio. Pero fundamentalmente es bandera, un lienzo que la Patria pintó y que nos cubre en la distancia de los cuerpos, hasta hacernos sentir que estamos juntos pese a todo, porque pensamos igual.
 ¡Mi amor! Mi pobre amor… Condenado también a imaginarme, a soñarme como entonces… ¡Como hace tanto! A sentirme siempre “ahora” aunque la tibieza de mi mano no te abarque, ni recorran tu cuerpo mis dedos, ni florezcan los pensamientos nuevos cuando la sangre corre apresurada. Aunque no sientas mis besos…
 ¡Mi amor! Mi único amor… En la mañana gris de mis esperas, todo me dice que voy a encontrarte muy pronto. Que día a día se revierten las causas de tu lejanía. Que la libertad está pisándonos los talones, aunque agazapada para no perderse en el intento. Pero aún así estás lejos… Y mi piel te extraña con dulces humedades que siembran el camino de tu regreso, ante la sola mención de tu nombre…
 Es el Día de la patria. ¡Cómo nos cuesta amor!
 ¡Cómo me duele! No debería causarme molestias el conocer que eres uno más de los que luchan por devolvernos la paz a los tantos y tantos que pensamos en nacer de nuevo, en el mundo entero. Pero me duele la distancia… Pienso, y te imagino. Y la sed que contiene mi angustia cotidiana, responde por nosotros y me ahoga. Ya no sé, mi querido, si seré capaz de aquí en más… Si podré.
 Mis noches agonizan entre los silencios de esta distancia, y se agiganta mi sed de ti. Te extraño amado mío. Por momentos siento que vuelo a tus brazos y que el calor de tu cuerpo compensa todas mis penas, mas luego debo convencerme de que otra vez fue mi fantasía, y nuevamente siento sed de ti… Entonces le pregunto a la noche si la paz vale tanto, como para que nos extrañemos así…
 Hoy el correo no vino. Ya tus cartas no son palomas mensajeras que diluyen mi espera entre ilusiones. Quizás tampoco pudiste. Y me siento morir…
 Tampoco hoy tuve cartas. Pero estás conmigo, y yo ahogo mis pequeñas muertes en tus brazos…

                                                                                                                                    Anahí




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