MAGIA EN EL BOSQUE
No es necesario una bola de cristal para ver los espíritus en torno a él; siempre ha tenido la facilidad para atraer lo extraño y misterioso y es que así es su mundo… un verdadero misterio…
Nadie sabe su edad, ni siquiera de donde viene, a lo sumo tendrá unos 60 años aunque su porte juvenil da lugar a dudas. Es costumbre verlo caminar por el sendero que va al bosque, siempre elegante y con su sombrero de copa, moviendo lentamente pero con energía el bastón.
Dicen quienes lo ven entrar al sendero que parece que los árboles se inclinaran como saludándolo, incluso que las hojas sueltas forman remolinos en torno a él como dándole la bienvenida.
Sus incursiones por el bosque a veces duran horas; debido a su extraña forma de ser muchos aldeanos le tienen miedo y es que a veces es mucho más fácil temer que dejarse llevar por la curiosidad.
Pero, aún así, un día un par de pilluelos decidieron hacerle caso a esa curiosidad que los embargaba y, aunque con miedo, lo siguieron.
Tratando de no ser vistos fueron tras él, escondiéndose tras los troncos de los árboles que el misterioso personaje iba dejando tras sus pasos.
Fue realmente asombroso para ellos descubrir que ése ser tan enigmático tenía no sólo el don de atraer a los árboles y juguetear con las hojas sino que todos los animalitos del bosque co-menzaban a seguirlo.
Asombrados vieron como los pajarillos se apoyaban en sus hombros y él parecía hablarles, cuanto más se adentraban en el bosque notaban que más joven se veía. Realmente era así… no sólo rejuvenecía sino que su elegante traje se transformaba en una túnica blanca y su sombrero de copa y su elegante bastón desaparecían.
Al llegar a un claro se detuvieron, tratando siempre de no ser vistos pudieron observar que el hombre extendía los brazos al aire y decía unas extrañas palabras al tiempo que los vientos remolinaban en torno a él y extrañas figuras comenzaban a aparecer por los aires.
Hasta aquí la curiosidad de los chiquillos ya que el temor pudo más y sin pensarlo dos veces huyeron despavoridos del lugar, de haberse quedado habrían descubierto que el misterioso personaje no era otro que un mago blanco.
Para cuando regresó de su paseo ya todo el pueblo sabía lo que habían visto los chicos y todos murmuraban a su paso, él sólo sonreía…
Siempre estuvo al tanto de que era seguido y sabía que en el fondo nadie entendería…
Nadie sabe su edad, ni siquiera de donde viene, a lo sumo tendrá unos 60 años aunque su porte juvenil da lugar a dudas. Es costumbre verlo caminar por el sendero que va al bosque, siempre elegante y con su sombrero de copa, moviendo lentamente pero con energía el bastón.
Dicen quienes lo ven entrar al sendero que parece que los árboles se inclinaran como saludándolo, incluso que las hojas sueltas forman remolinos en torno a él como dándole la bienvenida.
Sus incursiones por el bosque a veces duran horas; debido a su extraña forma de ser muchos aldeanos le tienen miedo y es que a veces es mucho más fácil temer que dejarse llevar por la curiosidad.
Pero, aún así, un día un par de pilluelos decidieron hacerle caso a esa curiosidad que los embargaba y, aunque con miedo, lo siguieron.
Tratando de no ser vistos fueron tras él, escondiéndose tras los troncos de los árboles que el misterioso personaje iba dejando tras sus pasos.
Fue realmente asombroso para ellos descubrir que ése ser tan enigmático tenía no sólo el don de atraer a los árboles y juguetear con las hojas sino que todos los animalitos del bosque co-menzaban a seguirlo.
Asombrados vieron como los pajarillos se apoyaban en sus hombros y él parecía hablarles, cuanto más se adentraban en el bosque notaban que más joven se veía. Realmente era así… no sólo rejuvenecía sino que su elegante traje se transformaba en una túnica blanca y su sombrero de copa y su elegante bastón desaparecían.
Al llegar a un claro se detuvieron, tratando siempre de no ser vistos pudieron observar que el hombre extendía los brazos al aire y decía unas extrañas palabras al tiempo que los vientos remolinaban en torno a él y extrañas figuras comenzaban a aparecer por los aires.
Hasta aquí la curiosidad de los chiquillos ya que el temor pudo más y sin pensarlo dos veces huyeron despavoridos del lugar, de haberse quedado habrían descubierto que el misterioso personaje no era otro que un mago blanco.
Para cuando regresó de su paseo ya todo el pueblo sabía lo que habían visto los chicos y todos murmuraban a su paso, él sólo sonreía…
Siempre estuvo al tanto de que era seguido y sabía que en el fondo nadie entendería…
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