domingo, 17 de abril de 2016

Lulú Colombo

POEMAS Lulú Colombo


NO HUBO ADIÓS (*)                        
     
Hoy el viento llora canciones acunando las hojas
Lágrimas de esmeralda titilan en la noche
Es el tiempo del maíz, del mistol y la algarroba
La cabeza negra se agita y en la mirada asoma
esa fina memoria de persona, de un “haber sido”;
Me mira y mira las alas fugando hacia el norte
Recuerda sus alegres paseos por el Veladero
La brisa fresca en las narinas ansiosas
Sus largas caminatas por los cerros y el valle
Acompañando jubilosa a los ávidos turistas
Sedientos de marcas, pinturas y restos
De aquellos que andan a la par con nosotros
por la orilla de los caminos y de las huellas
Un día yo perdí la lengua y enloquecí
Ella ha perdido la lengua y no lo sabe,
Sus ojos me hablan ahora directo al corazón
Sabe del corazón animal y del humano
De los fríos, del abandono y del miedo
De la crueldad grabada en su magrura letal
De la fealdad de sus heridas y de los gusanos
Que apagarán su mirada dulce y cariñosa
Hoy las piedras lloran finos hilos de plata
Los vermes se llevaron la gracia y la alegría
Los perros de la casa ya la andan extrañando.
Quedamos solos, esperándola. No hubo adiós.
(*) A la Nega Fuló, libre como el viento.
Partió el 16//2/16

                                 PATRIA                                                            

                                                         Al poeta riojano Ariel Ferraro (1925)
Yo vengo de una suma matriarcal de auroras
De Telmas y de Paulas, de Franciscas y Ramonas
De sombras intensas en borrosos  espejos
Yo vengo de ríos esquivos, de pérfidos juncales
De ignotos pedregales desangrándose al sol
Soy el porvenir y el presente de una ilegible historia
Tal vez me hayan soñado trajinar con el dulce
Estupor de la palabra que huye de mi sombra
Cuando el espíritu de las ollas agita la pulpa del verano
Y la tarde se satura con el dulzor de unas tunas
Yo vengo de traslúcidos mares de extrañeza
Interminables playas e idílicas palmeras
Tal vez deslumbren más que una tímida tarde
En este templo ancestral de los recuerdos
Tal vez me hayan soñado errada y errante
Quién sabe escribiendo historias acalladas
Arcanas historias, sutiles nervaduras del tiempo
El pañuelo blanco se descorre y llueven cenizas
Una niña llora en un cuarto perdido en el monte
Una niña llora en un cuarto perdido en una casa
Perdida en una ciudad también perdida
Hay algo de impreciso en ese llanto y esa niña
Hay algo de impreciso en esas voces antiguas
La voz ronca de un sueño de espinas y de canto
De la leña y la lana, del tortero y la paila
De esos nombres escritos en un viejo curato
Sombra soy entre esas pálidas sombras
Yo vengo de la entraña de fecundas hacedoras
Soy como la tarde: me envuelvo en sombras
Y me pierdo en viejos caseríos sublevados
Donde el temblor de un farol alumbra los adobes
Amanezco arropada en mi sombra y me pregunto:
¿Quién habrá templado nuestra sangre adversa?
Sangre mineral callada y escrita en la arenisca.


Yo vengo de esa suma matriarcal de auroras…

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