SUMISIÓN
Juana Rosa Schuster
Detiene
un auto. Las mismas palabras de siempre.
El
hombre acepta pagar la suma requerida.
Mientras
llegan al hotel, ella piensa cómo pudo ser tan ingenua.
Creyó
encontrar otro tipo de trabajo en Buenos Aires. Hasta que Rafael se acercó en
la estación Constitución. Promesa de convertirse en niñera.
Arriban
al lugar y van al cuarto aquél.
Da
vuelta la foto que muestra a sus padres con ella cuando era pequeña. Vidas
insinuadas en el silencio perpetuo de ese cartón lustroso.
Se
desviste. El extraño le pregunta por las marcas.
-Soy
muy torpe. Me golpeo con facilidad.
¿Qué
importa si ese hombre le cree o no?
¿Para
qué decirle que la primera vez, Rafael, la desfiguró con trompadas en el rostro
y el cuerpo?
Si
el cliente regresará a su casa, abrazará a la esposa y los hijos y hablará de
ella con los amigos.
¿Qué
interesa si mañana el destino comenzará otra vez a deshojar el almanaque de los
días iguales?
El
temor, una habitación precaria, un cigarrillo, la plata para Rafael, los
tacones altos, la falda corta, insinuante… Las aspas del molino de viento
girarán otra vez.
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