domingo, 20 de diciembre de 2015

Cora Stábile



Un extraño llamado   
Cora Stábile

La prolija Señora del Dr.Beltrán se levantó temprano como lo hacía habitualmente, fue hasta el baño y tomó una ducha, salió de la bañera y cuando estaba a punto de extender la pasta dentífrica sobre el cepillo de dientes comenzó a sonar el teléfono. Fastidiada por la interrupción en su rutina diaria, abandonó la tarea y caminó hasta el living para contestar el llamado.
Lo raro fue que al levantar el tubo, se encendieron todas las luces de la casa y una música extraña comenzó a sonar, el teléfono ardía en su mano... intentó soltarlo pero no pudo, parecía adherido a su piel y una lúgubre voz acompañada de una risita sarcástica le dio los buenos días.
La muy estructurada dama perdió la compostura y se angustió mucho cuando varios rayos de luz de diversos colores comenzaron a cruzar el living a la vez que atravesaban su cuerpo sin causarle daño alguno. La extraña e inesperada ceremonia le provocó cosquillas, logró entonces soltar el tubo y comenzó a reír y contorsionarse histéricamente. Cayó sobre el amplio sillón tapizado de verde que pareció recibirla cual amorosos brazos.
Miraba hacia todos lados entre sorprendida y asustada, la pesadilla no tenía fin, los rayos luminosos seguían surcando el espacio, la música se escuchaba cada vez más fuerte, quiso gritar pero la voz no le obedeció ¡había quedado muda!
Intentó levantarse pero aquellos, que había sentido como amorosos brazos, aferraron su cuerpo con firmeza, impidiéndole todo movimiento.
De pronto sonó el timbre de entrada y ella creyó por un instante que un apuesto caballero sería el héroe, como el de toda novela, que terminaría con tan absurda situación.
Pero había un detalle que no tuvo en cuenta ¿quién iba a ir hasta la puerta a recibir al salvador?... no podía moverse... no podía gritar... la situación, además de absurda, era desesperante.
De pronto comenzó a ladrar Angie, seguramente la perrita iría en su auxilio.
Abrió los ojos y la lengua húmeda del animal seguía lamiendo sus mejillas tratando de despertarla.
Actualmente la Sra. De Beltrán visita dos veces por semana a ese psiquiatra tan bueno que le recomendó su amiga Beatriz, todavía no halló, no hallaron la razón de ese día nefasto, aunque siguen trabajando intensamente para hacerlo.

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