Un extraño llamado
Cora Stábile
La
prolija Señora del Dr.Beltrán se levantó temprano como lo hacía habitualmente,
fue hasta el baño y tomó una ducha, salió de la bañera y cuando estaba a punto
de extender la pasta dentífrica sobre el cepillo de dientes comenzó a sonar el
teléfono. Fastidiada por la interrupción en su rutina diaria, abandonó la tarea
y caminó hasta el living para contestar el llamado.
Lo
raro fue que al levantar el tubo, se encendieron todas las luces de la casa y
una música extraña comenzó a sonar, el teléfono ardía en su mano... intentó
soltarlo pero no pudo, parecía adherido a su piel y una lúgubre voz acompañada
de una risita sarcástica le dio los buenos días.
La
muy estructurada dama perdió la compostura y se angustió mucho cuando varios rayos
de luz de diversos colores comenzaron a cruzar el living a la vez que
atravesaban su cuerpo sin causarle daño alguno. La extraña e inesperada
ceremonia le provocó cosquillas, logró entonces soltar el tubo y comenzó a reír
y contorsionarse histéricamente. Cayó sobre el amplio sillón tapizado de verde
que pareció recibirla cual amorosos brazos.
Miraba
hacia todos lados entre sorprendida y asustada, la pesadilla no tenía fin, los
rayos luminosos seguían surcando el espacio, la música se escuchaba cada vez
más fuerte, quiso gritar pero la voz no le obedeció ¡había quedado muda!
Intentó
levantarse pero aquellos, que había sentido como amorosos brazos, aferraron su
cuerpo con firmeza, impidiéndole todo movimiento.
De
pronto sonó el timbre de entrada y ella creyó por un instante que un apuesto
caballero sería el héroe, como el de toda novela, que terminaría con tan
absurda situación.
Pero
había un detalle que no tuvo en cuenta ¿quién iba a ir hasta la puerta a
recibir al salvador?... no podía moverse... no podía gritar... la situación,
además de absurda, era desesperante.
De
pronto comenzó a ladrar Angie, seguramente la perrita iría en su auxilio.
Abrió
los ojos y la lengua húmeda del animal seguía lamiendo sus mejillas tratando de
despertarla.
Actualmente
la Sra. De Beltrán visita dos veces por semana a ese psiquiatra tan bueno que
le recomendó su amiga Beatriz, todavía no halló, no hallaron la razón de ese
día nefasto, aunque siguen trabajando intensamente para hacerlo.
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