Poemas Heberto Padilla (Cuba, 1932)
TÉCNICAS
DEL ACOSO
Pueden
fotografiarlas
junto
a un rosal
en
un jardín etrusco
frente
a la columnata del Partenón
con
sombreros enormes
entre
cactus en México
llevando
los colores de moda
el
pelo corto o largo
y
boinas de través como conspiradores:
no
cambiarán
no
dejarán de ser las mismas
la
barbilla en acecho
el
rostro de óvalo
y
los ojos cargados de un persistente desamparo
¿pero
qué pensamientos
se
agitan debajo de las melenas crespas
o
lacias
de
estas muchachas que ilustran
las
revistas de moda?
Casi
todas son pálidas
y
están como cansadas
Las
líneas de sus manos son estrictas y melancólicas
Mudan
cada seis meses
de
vestidos zapatos peinados y sombreros
y
yo siempre descubro
un
rizo fantasmal
bajo
la onda bermeja
No
importa que se cubran con pieles de visón
o
lleven botas de vinil
faldas
de cuero
o
usen nuevas pelucas:
siempre
las reconozco
bajo
cualquier disfraz
lo
mismo que a un espía
Además
me
persiguen en trenes o en aviones
sobre
todo de noche
se
benefician con la oscuridad
andan
de tres en tres
a
mi espalda
a mi lado
frente a mí
Dos
trepan a los árboles
con
la cámara en la mano
otra
resbala debajo de un avión
con
el ojo torcido de las agonizantes
y
observan y miden mis reacciones
para
indagar si tiemblo o lloro ante la muerte
Que
sufra
tenga hambre o las desee
no les
importa
Su
tarea
no
es hacer el amor sino ilustrarlo
RETRATO
DEL POETA COMO UN DUENDE JOVEN
Buscador
de muy agudos ojos
hundes
tus nasas en la noche. Vasta es la
noche,
pero
el viento y la lámpara,
las
luces de la orilla,
las
olas que te levantan con un golpe de vidrio
te
abrevian, te resumen
sobre
la piedra en que estás suspenso,
donde
escuchas, discurres,
das
fe de amor, en lo suspenso.
Oculto,
suspenso
como estás frente a esas aguas,
caminas
invisible entre las cosas.
A
medianoche
te
deslizas con el hombre que va a matar.
A
medianoche
andas
con el hombre que va a a morir.
Frente
a la casa del ahorcado
pones
la flor del miserable.
Bajo
los equilibrios de la noche
tu
vigilia hace temblar las estrellas más fijas.
Y
el himno que se desprende de los hombres
como
una historia,
entra
desconocido en otra historia.
Se
aglomeran en ti
formas
que no te dieron a elegir
que
no fueron nacidas de tu sangre.
EXILIOS
Madre,
todo ha cambiado.
Hasta
el otoño es un soplo ruinoso
que
abate el bosquecillo.
Ya
nada nos protege contra el agua
y
la noche.
y
aquel niño que oías
correr
desde la sala oscura,
yo
no ríe.
Ahora todo ha cambiado.
Abre
puertas y armarios
para que estalle lejos esa infancia
apaleada
en el aire calino;
para
que nunca veas el viejo pedregoso
camino
de mis manos,
para
que no sientas deambular
por las calles de este mundo
ni
descubras la casa vacía
de
hojas y de hombres
donde
el mismo ayer sigue
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