domingo, 20 de diciembre de 2015

Jenara García Martín



CUARTA ESPOSA (2°)  
Jenara García Martín

La señorita Marian sentía curiosidad por conocer lo más significativo de ese casamiento, inquietud que no pasó desapercibida por Constanze. Y mientras almorzaban la hizo un resumen del acontecimiento,  y elogiando el modelo dijo que era un diseño exclusivo de uno de los modistos más destacados de París, sin corte en la cintura, lo cual realzaba su esbelta silueta y después de hacer un paréntesis en su relato volvió a hilvanar el comentario y con la mirada perdida quién sabe hacia qué lugar, recalcó que su cabello dorado brillaba como el sol  de un atardecer africano, y casi opacaba  la tiara de brillantes que sujetaba el velo.

- No me habías comentado que lucía esa joya – la interrumpió la señora Carla-. Sabes, hija mía, que tanto yo, como las dos esposas anteriores,  la hemos lucido el día de nuestro casamiento. Era el regalo  que hacía tu papá a la novia. Pero era simbólico,  pues según él, pertenecía a sus antepasados y así pasó de esposa en esposa, como para lucirla ese día y luego regresar  a su caja fuerte. El que recibía los halagos por esa joya era él y sobre todo  en la revista de sociales fue muy destacada en las fotos que publicaron.

-No lo he tenido presente, mamá, porque cuando dio comienzo el baile tuvo que despojarse del velo y ya hasta me olvidé de la valiosa joya y los detalles de  cristales en la parte superior del vestido.

-¿Y cuál ha sido el destino de la luna de miel? –Preguntó la señorita Marian.

- Una incógnita Marian – respondió la señora Carla.

– Pues yo mamá, cuando regresen, le preguntaré a mi papá. Siento curiosidad  por conocer  ese destino tan misterioso para todos.

- Te aconsejo no lo hagas. Debes tener presente que tu papá comienza una nueva etapa en su vida, con este cuarto casamiento. Tienes que dejarles el espacio exclusivo el cual les pertenece. Tú, aunque sea tu papá y le hables por teléfono,  pasas a ocupar un segundo plano. Recuerda el comportamiento de Lara en la Fiesta.

- Está bien, mamá. Tendré presente tu consejo. Y como la señora Lyli me ha invitado a tomar el té en la mansión el sábado en la tarde, tendré oportunidad de saber cuándo regresan. Tienes que llamar por teléfono confirmándola, pues mandará su coche a buscarme y vendrán con el chofer Maurenn y Josefine. Tú, ¿ no te opondrás a esta invitación? 

- No, cariño. Así tendremos oportunidad de que te relaciones con ellas y podamos  retribuir esa atención.

Constanze festejó la idea de su mamá y dirigiéndose a la señorita Marian, quien no las conocía, la hizo una breve descripción del delicado carácter  y educación de esas hermanitas coreanas y cuánto le había impresionado la dulzura de su voz; su forma espiritual de analizar las cosas y la profundidad de los pensamientos, a través de lo cual se descubría la nostalgia de su tierra y que su rostro cambiaba de semblante cuando mencionaban a sus padres. .

- Es lógico, cariño. Tú puedes ser una buena compañía, pues en la mansión será muy profunda la soledad. La diferencia de cultura y costumbres son muy marcadas y  no creo que David tolere con paciencia su compañía –, fue el comentario de la señora Carla.

- Yo opino al igual que tu mamá, Constanze – intervino la señorita Marian -, con respecto  a continuar el mismo trato con tu papá. Tendrás que esperar un tiempo. Él no te va a abandonar. Pero ten presente que ya no está solo. Se ha casado y su cuarta esposa, de acuerdo a tu comentario sobre su comportamiento  en la fiesta, no demostró ser el de una persona tolerable. Os diré que en el club se comentaba mucho los desprecios que le hacía a tu papá cuando se conoció se habían comprometido. Le dejaba   con los amigos de su edad o solo, y ella se divertía con los jóvenes. Y si tu mamá no te lo ha mencionado, yo te abro las puertas de la galería para que lleves a esas coreanitas tan simpáticas, cuando quieras. Pienso que la invitación que te ha ofrecido la señora Nelson tiene una doble intención. Iniciar una amistad  por el casamiento de su hija con tu papá,  y que te relaciones con ellas buscando la oportunidad de que se conecten socialmente, y  que les sirvas de guía para conocer París.

Las tres coincidieron en las intenciones de la invitación de la señora Nelson y Constanze pensaba  que esa relación con los padres de Lara, le abriría el camino para acercarse a su papá tan pronto regresaran de la luna de miel. Con cierta sutiliza trataría de averiguar cuál era la fecha exacta del regreso y así se lo comunicó a su mamá y a Marian.

Se llevó a cabo la invitación a tomar el té y la señora Lyli se desvivió para que lo pasaran lo más agradable posible. Habían encargado un servicio de Catareing  

 de lo más especial y Eleonore se encargó de que disfrutaran de esa reunión, no sólo con las exquisiteces que no dejaban de alabar, sino que hasta adornó la mesa con flores de ciruelos, las preferidas de Maurenn y Josefine que agradecieron con humildad,  pero de corazón. Tuvieron la oportunidad de comentar que era la flor  preferida en su tierra natal. Se emocionaron al hacer este comentario, mas lograron con ello que tía Lyli dijera que  los dulces habían sido preparados por el mismo chef que hizo la torta de boda para Lara y Fred. Constanze se emocionó y las coreanitas cambiaron de semblante, pero ese gesto sólo duró unos minutos. Comprendieron que tía Lyli recordaba a su hija y ellas el desagradable episodio. Esa mención le dio pié a Constanze para preguntarle cuándo volverían de la luna de miel, aclarando que su papá no había develado el destino, ni el regreso. Su curiosidad no fue satisfecha, puesto que la respuesta no es la que ella esperaba.

- Querida Constanze. Tampoco a nosotros nos informaron de los datos de su viaje. Y hasta ahora no hemos recibido ninguna noticia. Pero te prometo que bien tengamos  novedades,  te lo comunicaré de inmediato, telefónicamente.

Antes de que se retiraran de la mansión, llegó el señor Nelson, quien se mostró emocionado al encontrarlas aún e intervino en la conversación que acababa de escuchar y confirmó la promesa de tía Lyli. Fue muy cortés pidiendo a su esposa que repitiera esos encuentros y que  el próximo él quería compartirlo. Dieron por terminada la reunión y él mismo se ofreció a llevar a Constanze a su domicilio, acompañado por tía Lyly y las coreanitas que no podían disimular que esa tarde habían pasado unos momentos felices. La señora Carla salió a recibir a su hija y fue sincera cuando agradeció a los señores Nelson la invitación de la cual regresaba, diciéndoles que en cualquier fin de semana, ella ofrecería una invitación similar  en su casa. Costanze se despidió de Maurenn y Josefine estrechándose las manos, costumbre de su país a través de cuyo gesto hacían transmisión de un sentimiento puramente espiritual.

- Has visto mamá, ¿qué encantadoras  que son?       

- Sí, cariño. Pero hay algo en su rostro que delata cierto grado de tristeza. Necesitan compañía apropiada a su edad, por lo cual me parece muy acertada tu compañía y que te hayas ofrecido a mostrarles París. Y si quieres, te repito lo que ha dicho Marian. Invítalas a que conozcan la galería.

- Lo haré mañana mismo. Los domingos  siempre hay más afluencia de público y las encantará el ambiente y la temática de la exposición. Puramente paisajista. Las invitamos a almorzar y en la tarde, nos acompañas tú a dar un recorrido turístico por el Sena. ¿Qué te parece la idea?

- Muy acertada, Constanze. Yo me encargo de hacer la invitación a la señora Nelson, esta misma noche.

 -¡Te vas a animar a llamarla tú! -, exclamó Constanze, sorprendida.

 -Ya lo hice para confirmar tu asistencia a la invitación del té y el trato fue muy cordial. No importa la relación que les une con tu papá. Mi pasado, es pasado, y mi presente sólo eres tú.

- Cuando me hablas así, pienso que mi papá no supo valorarte como mujer y menos como esposa.

- Yo me casé con tu papá por amor, no persiguiendo su fortuna y consciente de que cuando perdiera la juventud, que siempre era el motivo de divorcio, me llegaría a mí también cruzar esa frontera. Con alguna de las esposas anteriores comentaban que era mezquino, pero yo no tengo que reprocharle ese comportamiento. Mas  el lazo que nos une ahora a través de tu existencia y reconocer que es buen padre, me hace sentir un afecto especial por él. Nada más,  hija mía.

- Gracias mamá por tus palabras, pero no quisiera que los recuerdos desagradables de tu pasado, vuelvan al presente al haber elegido una cuarta esposa y no te puedo negar que estoy ansiosa por saber cómo será la convivencia.

- No te apresures. El tiempo es quien te responderá a esa inquietud. (continuará)    

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