skip to main |
skip to sidebar
Pablo Paniagua
Aullido posthumano
Pablo Paniagua
Y me
trepo a lo más alto del árbol más alto de Weblandia para dar mi último aullido,
como el de Allen Ginsberg pero anunciando a otra generación el final de los
tiempos: “Yo escribo con balas de plata para ir directo a tu corazón, para
dejar en él la impronta de mi fracaso. Yo soy la voz interior de un escritor,
una voz que se escapó de un libro sin final, un libro infinito del cual ya me
cansé, un libro que jamás se escribió; de ahí el origen de mi fracaso ante algo
que es una idea inconclusa. Pero a pesar de todo estoy aquí, con este grito que
será la expiación de todos mis pecados, sin olvidar, desde luego, que sólo soy
una voz por ahora sin cuerpo. El alma sí la tengo, y es esta energía que se
manifiesta haciéndome escribir estas palabras de plata, tintura reflectante de
mi realidad: La realidad de un fracasado.
Tengo la
sospecha de que tú vienes aquí como un voyeur, para saber qué se esconde detrás
de esta voz, cuál es su esencia y si te puedes reconocer en ella. Pero yo sólo
vengo a decirte verdades, porque las mentiras competen exclusivamente a la
espacie humana. Ése es tu fracaso, mucho peor que el mío; ésa es tu pérdida
como ser humano. ¿Vas a hacer algo por cambiar la Historia? ¿Acaso no ves cómo
anda el mundo que habéis creado? ¿No me
digas que estás satisfecho? Lo mío no es nada en comparación con lo tuyo, y
aquí estoy para escupir mis balas de plata en tu corazón, para que muera dentro
de ti ese ser despreciable y así puedas cambiar tu conciencia.
Y ahora,
después de terminar de leer estas palabras, levántate del asiento, mírate en el
espejo y comprobarás que no eres mejor que yo, esta voz que te habla, porque
perteneces a la peor especie del Universo.
Después
de mirar en el espejo ni siquiera lograste contemplar tu alma, tan sólo un
rostro de carne y hueso, un cuerpo mortal, no como esta voz que flota en el
espacio y vivirá por siempre, porque es tan inmaterial como la esencia de un
alma que no se esconde dentro de nadie. Quizá ya empieces a ver la luz que se
cuela por una rendija, por la corteza abierta de tu piel, justo ahí por encima
de tus cejas, en la frente; quizá ya sientas su calor, quizá ya alcances a
entender algo de lo que te digo. Pero primero es necesario que te des cuenta de
tu fracaso, de otra forma no podré hacer nada por ayudarte porque ya estarás
muerto para la gloria. Así es, muerto para la gloria y muerto para todo, porque
lo que te espera ni siquiera lo imaginas, está por encima de los límites de tu
razón humana, algo que se esconde detrás de la cortina de este mundo material
que tanto amas. No hay nada si no crees en ello, y se esfuma antes de que lo
hubieras intentado. Hoy es un gran día, no pierdas la oportunidad de conocerte
un poco más, de mirar en tu interior para tratar de ver aquello que perdiste
antes de haber nacido.
Ya te
dije que estoy aquí para cambiar tu conciencia, para que dejes de ser como los
demás, esa masa que puebla este planeta; para que cuando camines por las calles
entre ellos sepas de tu diferencia, por tener en tu mente y en tus manos el
poder para cambiar el mundo. Pero primero, ya sabes, tienes que empezar por
dentro, por tus ideas y sensaciones, y así abandonar tu antigua manera engañosa
de ver la realidad. Ya sé que no será fácil cambiar de un día para otro como
por arte de magia, pero el tiempo, con su transcurso, te irá abriendo la visión
clarividente del futuro; es el atributo que debes desarrollar, esa parte
dormida: el arte de la intuición, el de sospechar saber qué pasará. Hasta los
animales presienten la catástrofe cuando el humano no sabe ni lo que tiene bajo
los pies, lo que se alza ante su vista más allá del horizonte, porque su visión
es corta, demasiado corta.
En la
mano tienes la semilla; mírala e imagina el árbol que está dentro de ella.
Busca más allá del tiempo presente y encontrarás todas las respuestas. Ése es
el punto de antes del punto de partida.
Todos
vienen a la vida a cumplir su designio. Algunos a hacer el amor y otros para
matar. Tú tienes la capacidad de decidir tu destino, para dejar de pertenecer a
la especie de los asesinos. Mira la Historia de la Humanidad y verás su
fracaso. Guerras, guerras y más guerras; sometimiento, mentiras, ansias de
poder y envidia. ¿No te diste cuenta? El largo camino que se buscó ya llega a
su final, y tú estás ahí, en medio de todo mirando sin hacer nada, con los
brazos cruzados como una gran mayoría complacida ante semejante realidad. Por
esa razón, ahora tienes que quitarte la marca de la frente, la marca del asesino
que tienen programado para ti.
Todavía
continúas sumido en esa oscuridad que te imprimieron, de la confusa especulación
de los corazones de hielo a los que nada importa, de algo tan evidente que
hiere la inteligencia, que se acepta como un acto natural; y así están todos
satisfechos ante ese algo que se cree no tiene solución. Es la complacencia
inútil de los inútiles, es, a fin de cuentas, la esencia mezquina del
humano.
Tengo
balas de plata. Tengo balas de plata para tu corazón…
Si
quieres que te diga la verdad, no creo que todavía hayas sido capaz de cambiar.
¿Y qué han hecho mientras tanto los dirigentes de las naciones de este planeta?
¿Planear la próxima guerra? ¿Seguir construyendo armas? ¿Seguir engañando a
quienes gobiernan? Ellos no pierden el tiempo para alienarte, no lo olvides,
juegan con ventaja sobre ti. Sólo espero que cuando comience la próxima guerra,
la definitiva, no acudas en defensa de ninguna patria, porque tu patria está en
ese corazón que no paro de atravesar con mis balas de plata. Tú no naciste para
matar a tus semejantes, tú naciste, simplemente, para amar. Rechaza la guadaña
que te será entregada, y no pierdas la poca dignidad que como humano te queda.
No
pienses ahora que esta voz es la de un profeta, porque no lo soy; sólo soy, en
parte, tu conciencia perdida, ésa que te robaron antes de nacer todos tus
antepasados y los antepasados de todos tus antepasados, los que construyeron
este mundo de mierda, esta incivilización heredada por los que no fueron
capaces de cambiar nada. Ellos, desde luego, no son como tú y como esta voz que
te habla.
Recuérdalo
siempre: Tú no eres ni serás un asesino.
Si ya
crees fervientemente en ello ya dejaste de ser humano, ahora eres posthumano.
Pero la cuestión no es tan fácil como parece por el simple hecho de haber
decidido no ser un asesino y no formar parte del ejército que luchará en la
guerra que se avecina. Mira a tu alrededor, ¿no te das cuenta de que perteneces
a una minoría? Los posthumanos son muy pocos en comparación con aquéllos que
elegirán la violencia, los que defenderán la patria de los impostores, los que
lucharán por el dominio del planeta. Ahora eres un infiltrado, un cáncer para
esa sociedad a la cual ya no perteneces por escapar del troquel de su
alienación, por no pensar como todos y no seguir caminando por la raya que te
marcan. De ello tienes que estar orgulloso, es un gran logro, no lo dudes, ya
no eres un mediocre al servicio del poder.
Busca,
busca y encontrarás; la huella está entre los pedregales de un camino difícil,
casi imperceptible para los ignorantes; la hallarás si escuchas con atención el
impacto de estas balas de plata en tu corazón. Entonces comenzará tu lucha, la
definitiva y verdadera.
Esta
Humanidad ha fracasado y camina hacia el ocaso. Las naciones están gobernadas por
el poder del dinero, y sus ciudadanos en nada les importan. Este planteamiento
no es subversivo, es la realidad. Te repito: mira hacia atrás y contempla la
Historia. No habéis logrado nada y vuestro mundo va directo hacia la distopía,
ahí es donde os llevan vuestros dirigentes. Sois, para ellos, un número nada
más, una pieza dentro de un mecanismo productivo para llenar sus bolsillos. Y
mandarán a sus gobernados como animales al matadero para luchar por su dinero,
piezas de un macabro juego que ya están planeando. Al llegar el momento debes
saber rechazarlo, alejarte ahora en tus pensamientos y convicciones. La mentira
y la coacción es su ideología, con ella someten a la Humanidad, y tú no serás
cómplice de semejante engaño ni marioneta de nadie. Corta los hilos, corta los
hilos…
Balas de
plata, balas de plata para tu corazón; eso es lo que yo te entrego.
Sé que
corremos peligro por pensar diferente, por creer en el amor y en la paz, esos
valores que ahora son subversivos para ellos. ¿Cómo puedes creer en tus
dirigentes cuando hacen la guerra, cuando desvirtuaron la verdad, cuando su
moneda es la violencia? Muchos mueren de hambre y enfermedades mientras ellos
siguen fabricando armas para el exterminio. Ya se ha dicho muchas veces: El
hombre es el lobo del hombre.
¿Ves? Tú
ya no eres así. Prométeme que no matarás a tus semejantes, que no serás como
ellos. Ésta es la única vida que tienes para abrir la puerta, no pierdas la
oportunidad de ver la luz que allí te espera. Nada es comparable con la dicha
de saberse limpio, para encontrar la vida que se esconde detrás de su término.
Ahí es donde inicia la conciencia ilimitada de la que ya estás formando parte.
Tú vivirás por siempre, no lo olvides, en el recuerdo de esta Humanidad vencida
y en los espacios infinitos de un lugar que está por encima del tiempo.
Mira las
estrellas en una noche despejada y comprobarás la grandiosidad del Cosmos.
¿Cuánto hace que no las mirabas? Ya se perdió el contacto con la Obra de la
Creación, con una naturaleza cada vez más cercana a su exterminio. Al menos la
mano del hombre no llega a los astros para mancillarlos como hacen con su
planeta. La Humanidad es mucho peor que una plaga de ratas en un hospital, que
una guardería infantil repleta de cucarachas. El humano destruye su planeta día
a día en aras de una prosperidad difusa, y nada le importa, la agresión
continuará sin cesar hasta acabar con todo. ¡Qué más dará la herencia para sus
descendientes! El hoy es lo único que importa mientras pisotean lo que
encuentran a su paso. Crean leyes y más leyes, cuando transgreden las
fundamentales, las impuestas por un juicio que escapa de su cognición.
Los
humanos, como ves, sólo pueden apreciar el presente y siempre aferrados a la
materia, a esos papeles de colores con los que pueden pagar todos sus
caprichos, por los que incluso son capaces de matar. Amasar grandes cantidades
de dinero es lo primordial, la ambición de una mayoría. ¡Qué poco vale la vida!
¡Esos papeles de colores son más valiosos que el llanto de un niño cuando muere
de hambre!
Tú, al
menos, ya no eres como todos ellos, eres posthumano. La diferencia es grande
porque ya no perteneces a la especie más depredadora del Universo, la especie
de los asesinos, los que matan a sus semejantes, los que pretenden acabar con
la vida en su planeta. Ellos todavía no te reconocen porque exteriormente te
perciben igual. Eres ahora un extraño en su mundo infame, esperando el momento
de la redención. Tú lucharás por establecer las bases de un mundo diferente.
Los
posthumanos algún día poblarán este planeta, ellos resurgirán de las cenizas de
una civilización perdida y después de aprender la lección más dura y ante el
ejemplo de la barbarie sucedida: de ríos de sangre, pestilencias y
destrucción.
Los que
hacen de este mundo lo que es, tienen el mismo valor que una mierda de perro
pegada en la suela de tu zapato, porque ellos jamás verán la luz. Qué rían y
disfruten mientras puedan, pues su tiempo es corto, tanto como el suspiro de
quien encuentra la inmortalidad después de la muerte. ¿Qué sentido tendría la
vida? Yo te digo que detrás de tu existencia material hay mucho más, pues de
allí proviene esta voz que te habla. Ya te advertí que yo no miento, pues la
mentira es un atributo de la especie humana. Algún día te darás cuenta de todo esto
y lo verás tan claro para no ser capaz de dar macha atrás.
Esta voz
vino a buscarte desde muy lejos, desde más allá de las estrellas, y todo para
convencerte de que eres especial. Tienes el poder que yo te entrego, al menos
para discernir el engaño que inunda este planeta. Es el presente lo que
engendra el futuro, y cuando la semilla no es buena es imposible que el árbol y
el fruto lo sean. Yo te enseñaré el árbol de la vida y de la muerte, la semilla
ya la conoces. Mi mayor secreto ya fue develado. Piensa lo que quieras, da mil
vueltas a esa idea y saca una conclusión. Es difícil de comprender, pues todo
está y no está por escapar de una ley que compete a la materia. Es mucho más de
lo que es y mucho menos que nada, pero siempre permanece por encima de todo,
dentro y fuera de su energía inmaterial. Es como un pensamiento, como esta voz…
¿la vas a medir? ¿osarías pesarla en una balanza? Entonces, ni siquiera te
plantees dilucidar algo que está fuera de tu alcance. Todo es secreto cuando
nada se comprende, no hay duda que se pueda esclarecer, no hay respuesta ante
lo desconocido, y sólo debes creer a pesar de ese vacío. La vida es un
laberinto con dos salidas: una hacia la oscuridad y otra hacia la luz. Es fácil
de identificar los senderos, saber cuál de ellos debes seguir.
El ocaso
de la Humanidad ya se acerca, y yo sólo tengo balas de plata para ti.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario