San Carajo
“Patrono de las almas sensibles”
Mary Vicy
Este
“santo” existe desde que el mundo es mundo. Suele ponerse de manifiesto en los
estallidos emocionales frente a hechos divinos o terrenales y es ahí cuando se
lo descubre y sin querer, se lo comienza a invocar. Automáticamente, una
catarsis emocional (tipo “sunami”) se apodera de nuestro ser y cuando explota,
produce un alivio increíble y todo conflicto vuelve a fojas cero.
Las
consecuencias de este milagro hacen que uno vea los hechos desde una
perspectiva diferente y por momentos, hasta triunfante.
Ya
la Biblia se hizo eco en ciertos pasajes de su historia. Ejemplo: en el
Génesis, cuando Dios (de aburrido nomás), ante la inmensidad del tiempo que
tenía por delante, piensa que “carajo”
podría hacer y crea el Universo. Otro relato interesante es el Arca de Noé.
También el Creador, frente a la testarudez de los mortales, no solo los manda
al carajo, sino que también les manda el diluvio como si se tratara de una
buena lavada de cara para que se despabilen de una vez por todas y aprendan a
convivir.
Hay
que ver que sus reacciones divinas no tienen nada que ver con las nuestras,
terrenales, pero lo que nos dejó, es ese
divino alivio que produce cada vez que invocamos al Patrono de las almas
sensibles.
El
perfil psicológico de este “santo” tiene un sin fin de características bastante
parecida a las de sus seguidores, sin respetar alguna en particular. A saber:
Cuando
uno está en una actitud de desconfianza pregunta:
¿De
qué carajo me estás hablando?
Si
por el contrario, está seguro…
¡Andante al carajo con esas historias!
Si
tiene un poco de culpa: ¿En qué carajo estaba pensando para hacer esto?
Si
manifiesta una confusión de roles:
¡No
sé quién carajo soy!
Si
pretende un poco de intimidad:
¡Se
va todo el mundo al carajo que quiero estar solo!
.
Si un día no quiere hacer nada, aclara sin culpa:
¡Hoy
estoy de fiesta, es el día de San Carajo!
Y
así sucesivamente.
¿Cuál
es su aspecto físico? Es el paradigma de la metamorfosis y depende de quién lo
reclame. Ante un estallido, suele reflejarse en los espejos o también, en las
caras de los molestos de turno.
Lo
bueno de este “santo” es que lo puede invocar cualquier ser humano, en el
idioma que más se sienta cómodo: jefes, subalternos, amigos, enemigos,
familiares, vecinos, propietarios, clientes, hinchas de cualquier equipo,
credo, raza o religión, pueblos, gobernantes, monjes, etc., etc.
El
día del Patrono de las almas sensibles se celebra todos los 29 de febrero, es
decir, cada cuatro años.
¿Por
qué? Porque a los que inventaron el calendario les sobraba un día y como no lo
podían agregar como si fuera un decimal en un entero, se vieron en la necesidad
de acorralarlo en un mes incompleto, eligiendo febrero, mes cortito donde uno
se repone de las fiestas de fin de año y también toma conciencia de que a
partir de marzo, hay que enfrentar la realidad como sea.
Por
esa razón, a ese día que sobraba, lo mandaron al carajo y cada cuatro años, se
lo recuerda igual que a una causa perdida.
El
mito popular lo rescató del exilio y estableció que esa fecha sería dedicada
San Carajo.
Lo
que yo propongo, a través de las redes, es que cada uno manifiesta en que
momento y a ante que situación suele invocarlo y de esta manera formar la gran
cofradía global, bajo la protección de este “santo” popular, SAN CARAJO,
Patrono universal de las almas sensibles.
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