El pasado
Celia Elena Martínez
Una
tarde salí apurada de la oficina, caminando por la Avenida me pareció ver a
José Maria, hacían tantos años…
Él
no era de la ciudad, pero podría estar aquí, porqué no?
Además
los años me habían cambiado tanto, porqué no a él. Éramos casi niños cuando
vivimos ese amor tan profundo, prohibido por mis padres, profundo e imposible
de arrinconar en la mente, ya que fue el
primero, aquel primer beso, dicen que las mujeres guardamos secretos grandes y
recónditos como un océano.
El
corazón me dio un vuelto cuando lo vi. Apresuré el paso para alcanzarlo y ver
si era él , más de cerca, todo me hacía suponerlo, sus rasgos envejecidos ,
pero los mismos de aquel jovencito, su mismo andar. Todo hacía suponer que era
Josema, como yo lo llamaba.
Se
perdía entre la gente, en esa hora pico, nunca me pareció tanta…pero yo me
apresuraba más y más entre la muchedumbre .
Bajó
las escaleras del subte y yo aunque no debía tomarlo, también bajé y lo llamé, ¡Josema! ¡Josema! José María!!!, pero no respondía,
finalmente por el apellido, como hago con mi marido, cuando lo pierdo en el
supermercado, no se dio vuelta, había demasiada multitud como para oírme
.Quería verlo, hablarle, recordar aquellos dulces años y contarle que nunca lo
había olvidado.
Ya
en la estación con tanto gentío se perdió de vista, subí al tren, pero resultaba
imposible buscarlo en el vagón repleto, era una masa apretujada.
Bajé
en la próxima estación y volví a casa, un poco desilusionada, después de todo:
Quizás no era él…
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