CUENTO DE NAVIDAD
Jenara García Martín
“Cuentan
los ancianos de un pueblo del Norte del Continente Europeo, que hace mucho
tiempo, pero mucho tiempo, en una noche muy fría, que tuvieron que quedarse en los hogares al lado
del fuego, porque hasta nevaba, llegó el Invierno, - 21 de Diciembre- porque el
Otoño se había retirado a descansar,
como lo hacía todos los años. Cada Estación tiene su ciclo de tiempo,
anual, y correspondía que lo reemplazara la temporada invernal. Y a principios
del ciclo climatológico, antes de que
finaliza el Año, hay una fecha en la que se vive algo especial, - 24 de
Diciembre a las doce de la noche”.
Y
al continuar el relato, dijeron:
“Ese
día y a esa hora nace el Niño Dios. Es una fecha para vivirla espiritualmente La Navidad que se exterioriza con alegría,
con regocijo y en muchas ciudades del planeta se iluminan las calles y colocan
adornos con motivos navideños y no falta el Árbol de Navidad, tanto en los
negocios como en los hogares. “
Esos
ancianos se reunían, para evocar ese
recuerdo que traían al presente, de aquel 24 de Diciembre que la Navidad llegó
cansada. Trasmitían a quienes querían escucharles, y lo sentían, El Espíritu
Navideño, tal como lo vivieron, con mucha Paz y Amor.
“La
Navidad –comentaban- llegó cansada Sí,
entendieron bien. Llegó cansada y algo atrasada. Pero vestía su traje de fiesta
y sus cabellos brillosos. La Navidad es
espiritual, viaja desde un lugar enviada por Dios y recorre el espacio vacío,
por el Universo, y tiene que llegar antes de la cena familiar a los hogares
para dejar los regalos al pié del Árbol de Navidad. Puesto que para todos los
que se reúnen en esa cena familiar deja algún presente.
“Pero
ese Año que venía tan cansada de su viaje, -contaban los ancianos con énfasis,-
era, porque había tenido un viaje
accidentado. Había chocado con una nube viajera
y dispuesta a dejar blanco el campo y los árboles, tejados, el
campanario, calles, caminos, y
carreteras, y casi le destroza su
vestido de fiesta. Había tenido que esconderse, en un rayo amistoso, pero también estaba en peligro, porque se
aproximaba a la nube viajera. Al final tuvo que subirse a un cometa y por fin
llegó, llegó, para cumplir con su
misión. Pero había tenido que pedir ayuda a las estrellas para que cargaran las
pesadas valijas con los regalos. También les hizo ver a los ancianos, las cartas que traía para las familias que no
se juntaban para celebrar su DIA, que
era tan especial, y para los amigos que
no se visitaban hacía mucho, pero mucho tiempo.”
Esos
ancianos nos trasladan al presente. El espíritu navideño que existe en los
hogares con los corazones abiertos para recibir al Niño Dios, consigue que
cuando son las doce de la noche en los relojes, toda la familia reunida, se
acerque al Árbol de Navidad a buscar el regalo que con el nombre de cada uno,
les dejó la Navidad. La alegría es indescriptible, genera un sentimiento
personal de unión, de consuelo, de perdón, de comprensión… de Paz, de Amor…
Y
en muchos lugares del planeta, después de las doce se cantan Villancicos
adorando al Niño Dios que acaba de nacer. Y para dar fin al cuento de Navidad,
Vuelven esos ancianos que comenzaron el relato y ahora, recitan –porque ya no
tienen registro de voz para cantar, como
lo hacían antaño – el siguiente villancico:
“Hacia el Portal de Belén
Por una estrella guiados.
En busca del Niño Dios
Caminan,
Los tres Reyes Magos.
Buscándole en los palacios,
Van los tres en sus camellos
Y encuentran en un pesebre
Al Rey que es más Rey que
ellos”
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