Telequinesia
Carlos Milone
Hace
dos semanas que las cosas importantes le saturan los días, modificando
itinerarios habituales, imponiendo horarios insólitos, viajes imprevistos,
demandando esa inversión extra exigida por los negocios en tiempos difíciles.
Apaga
el celular y entra al despacho dispuesto a encerrarse. Cuando enciende la luz
un humo denso y blanco ocupa el espacio, que se vuelve impreciso. No siente el
piso, esta transportándose, hasta que las piernas se hunden en un limo caliente
que le cubren las rodillas. Un conato de tormenta gira en el aire, lo
convulsiona y desaparece, descubriendo una basta llanura de horizontes lejanos
y brumosos. Hace un esfuerzo para liberar las piernas, pero advierte con horror
que el barro se enfría, se endurece. Signos de interrogación, de su nueva
estatura, emergen del suelo. Son de piedra o de madera y algunos de hueso.
Están dispuestos en hilera, como tumbas solitarias que ocupan la planicie hasta
más allá de donde abarca la vista.
El
cielo es una capa negra. Primero ve pasar palomas que no vuelan, flotan,
después siguen conejos, sedas de colores, esferas, pelotitas de ping pong, aros
encadenados, naipes gigantescos, cubos y una mujer serruchada, que sonríe.
No
entiendo donde estoy, pregunta. En el país de la magia, le dice un viejo que
esta sentado en un signo de piedra ; soy
el cuidador, acá vienen las cosas que hacen desaparecer los magos, bueno, no
ellos, el candor que consiguen de los chicos, tan sublevados contra la realidad
de la que desconfían , pero siempre dispuestos para aplaudir la desaparición de
todos estos objetos. Aquí terminan además, las preguntas que nunca hacen y lo
consideran perdido.
Entonces
recuerda lo que olvidó. Había comprado los regalos y arreglado el envío por el
celular. También por el celular contrató trató
al mago. En las últimas dos semanas, no fue a ver a su hijo que seguramente a
esa hora estará soplando cinco velitas, con los ojos cerrados, pidiendo tres
deseos.
Siente
que el cuerpo se le comprime, se dobla, va tomando la forma de un signo de
interrogación y en pocos minutos es una tumba más en la planicie, una de hueso.
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