LA VIDENTE Marta Becker
“Madame
Charlote, vidente, tarotista, curo mal de amores y mal de ojo y las
repartía entre conocidos y desconocidos.
Era
versada en el arte de la adivinación y para atender a su clientela se vestía
especialmente, un pañuelo floreado en la cabeza, pollera larga en tres paños y
blusa blanca inmaculada sobre la que colgaban varios collares con cruces,
estrellas, diversas imágenes de santos y otras chucherías. En el centro de la habitación en donde
recibía a los clientes tenía sobre una
mesa redonda cubierta con un mantel de terciopelo negro la clásica bola blanca
en donde leía el pasado y el futuro. Tiraba las cartas del tarot con
inteligencia y era buena intérprete de los distintos arcanos, se descomponía
con bostezos y náuseas cuando curaba el mal de ojo y tenía siempre a mano la
tinta china para atacar la culebrilla.
Conocía
todas las propiedades de los yuyos y era maestra en preparar pócimas para el
amor, el odio, la venganza y otras yerbas. Hasta tenía una gallina guardada en
una jaula, que sacaba en ocasiones especiales para pasar alrededor de un cuerpo
poseído, mientras entonaba cánticos guturales y algún que otro grito.
La
propaganda boca a boca le había hecho ganar fama y fortuna, ya que hasta los
más ricos y encumbrados –artistas, políticos, empresarios- la consultaban. Los
temores propios de la inseguridad interna los llevaba hasta ella y salían de la
consulta con esperanzas o curados, según de que tema se tratase.
Cierto
día se presentó ante doña Carolina una pareja toda acongojada, que le contó sus
males, que no eran pocos. La mujer comenzó su trabajo de videncia, se esmeró en
ofrecer las posibles soluciones, mientras le decía que confiaran en ella y así
saldrían adelante.
Los
clientes se deshicieron en agradecimientos, se levantaron y antes de retirarse
sacaron sendos revólveres y le pidieron con toda amabilidad a madame Charlote
que les diera toda la plata que tenía y las alhajas. Sumaron a todo esto los
dos televisores, la compactera, la procesadora de alimentos y también la
aspiradora.
Contrario
a sus aptitudes, la vidente no pudo predecir su propio futuro. Si hasta se llevaron
la gallina, con jaula y todo.
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