jueves, 26 de junio de 2014

María Teresa Bravo Bañón



    
Desembarco en las islas mágicas de Agomez
                                            María Teresa Bravo Bañón

Y el día amaneció con perfume de versos y rosas y fui a desembarcarlos en las islas mágicas de Agómez.
Caramelo fue la mañana y ositos de goma translúcidos, para ambos.
Tomé posesión con mi simple estandarte de un palito de canela y una bandera con un hipocampo que le dibujó una sonrisa.
Hace ya tiempo que empecé a escribirle un cuaderno de bitácora para llegar a su orilla
Mi tinta no fue algo que pudiera dejar una mácula o borrón de descuido por el vaivén de las olas. Tampoco le escribí con carmín en los espejos, sino que mi caligrafía fue con chocolate y con hilos de caramelo.
No obstante, yo no sé de estrategias de conquista, invasión o pillaje, ni de esgrima, florete o cañones, pequeñas son mis manos y sólo pueden sostener plumas. Con ellas amaso el pan de mi hijo, imploro, acaricio, curo y enciendo velas. Mis manos comadronas con que escribo, plancho y limpio los mocos a los niños de la escuela. Y tejo, construyo jirafas o barquitos de papel y zurzo calcetines y hasta alguna noche le he zurcido a él, el alma con ternura.
Traje conmigo el rico patrimonio de la esperanza y la catarata del asombro y la sorpresa.
Y un cofre de bucanero repleto de estuches de rojo terciopelo, para llenarlo de nuestras más queridas joyas que son nuestros versos.
Por la tarde le regalé la luz de otros puertos, de otras rutas de la Especias en el eco de un teléfono. y en el crepúsculo me volví una simple bengala encendiendo la magia aprehendida en noche de Reyes.
Escribimos la misma carta de ilusión y la echamos al buzón cruzando los dedos de la suerte y de la magia. Nos hemos convertido, gozosamente, en argonautas abrazados al mismo timón de los sueños.
En las islas de Agomez las estrellas parecen tan cercanas esta noche que las cazamos con la mano.

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