Desnuda y viva Carmen Amaralis Vega Olivencia
Entorna los ojos y la media luna aparece cristalina y transparente.
Por el
sendero surge un suave aroma a sexo voluptuoso, y se derrama el deseo en los
cuerpos ajenos y en el propio.
Sigue
caminando a paso lento, mientras su cuerpo se roza con la piel del viento, y la
libertad la cubre con su manto tibio.
Está la
noche a su favor. En las sombras se escuchan los suspiros de un fantasma enardecido
y sus ojos brillantes se asoman al balcón del amado, dispuestos a ser iris en
la entrega.
Siempre
caminó cubierta de desidia, del portal al umbral, asfixiando lo que el cuerpo
le pedía. Ahora ya lo sabe, no dará marcha atrás, seguirá desnuda mientras
viva.
A lo lejos
un anciano le hace el amor a sus recuerdos y una niña descubre de repente las
aureolas de sus senos tiernos.
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