lunes, 20 de enero de 2014

Carmen Amaralis Vega Olivencia


Desnuda y viva Carmen Amaralis Vega Olivencia


Se acabó el pudor. Ha decidido caminar desnuda en la noche, erotizando ensueños. Una fuerza mágica la mueve. Las sombras de las bocas que la besan y las lloviznas que la cubren de alfileres le provocan un delicioso cosquilleo de felicidad oculta. El cabello se le enreda en los brazos que se alargan en delirios. 
Entorna los ojos y la media luna aparece cristalina y transparente.
Por el sendero surge un suave aroma a sexo voluptuoso, y se derrama el deseo en los cuerpos ajenos y en el propio.
Sigue caminando a paso lento, mientras su cuerpo se roza con la piel del viento, y la libertad la cubre con su manto tibio.
Está la noche a su favor. En las sombras se escuchan los suspiros de un fantasma enardecido y sus ojos brillantes se asoman al balcón del amado, dispuestos a ser iris en la entrega.
Siempre caminó cubierta de desidia, del portal al umbral, asfixiando lo que el cuerpo le pedía. Ahora ya lo sabe, no dará marcha atrás, seguirá desnuda mientras viva.
A lo lejos un anciano le hace el amor a sus recuerdos y una niña descubre de repente las aureolas de sus senos tiernos.

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