Hay días así
Allets Siram
Hay
días así…tan…tan…de campanas, que convocan, que atraen, que invitan, que piden.
No como limosneros o mercaderes frente a los templos, sino más bien como agua
mansa de cristalino sonar. Son dulces,
cariñosos, saben a leche materna, a locros de abuela, a matecito dulce con
yuyos en una siesta provinciana, con aroma a
pan caliente.
Esos
días consuelan, calman dolores, arrullan, cobijan. Guardan voces infantiles y
amores tempranos. Tienen textura blanda y colores otoñales.
Cuando
uno entra en ellos, el alma, piola,
respira fuerte.
Están
también los días de furia, de bronca, de
injusticia. Huelen a animal acorralado, a excremento, a alfombras que ocultan
vergüenzas, a armaduras oxidadas, a armas activadas, a vidas ninguneadas, a
dignidades mancilladas. Tienen sabor a ausencias, a añoranza, a lo que pudo ser
y no fue, a inframundo.
A
ellos se entra con los dientes apretados, con la voz ronca, con la piel
crispada, con la vista nublada, y un cacho de futuro se escapa por la herida.
Están
esos otros días, los que llegan cargados de sueños, de ilusiones, de utopías.
Son etéreos, frágiles, enamorados. Traen la magia de lo posible, del puede
ser…, del dale que…En ellos hay encuentro, re-encuentros, largas charlas,
proyectos. Huelen a fruta madura, a mesa tendida, a cuerpos de perfecto encastre, a rocíos de querer.
Ellos
sacan sonrisas cómplices, carcajadas sonoras, dolores de parto y expectativas
llenas de asombro.
En
ellos todo parece posible y cuando se los transita, uno corre el riesgo de querer cortar el hilo
de Ariadna.
Y
están esos otros días…como llamarlos?...
Eclécticos! Si, tan hábiles para robar
un poco de cada otro. No les importa ni el tiempo, ni la hora, ni la geografía,
ni la moral, ni lo que debe ser. Inesperados, espiralados, caprichosos y
adoctrinados. Tiernos y peligrosos, con manos de lana y de lata, como los
duendes, son viento norte y brisa marina, pampa verde y desolada cordillera.
Escapan del entendimiento, del sosiego y de la prisa.
Ellos
te sorprenden como ciertas visitas, te
paran, te acuestan, te ayudan a caminar y te detienen, azarosos y asertivos,
hechos de fuego, de hielo, de tempestad y de calma.
Esos
son los días en los que sólo nos queda aceptar el reflejo de nuestra propia
humanidad.
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