miércoles, 6 de julio de 2011

MARÍA FABIANA CALDERARI


EL ENIGMA  

En una esquina, un hombre se restregaba la barba desarreglada y sostenía un móvil entre su oreja derecha y el hombro, mediante una leve presión; le abultaba un portafolio de cuero en la otra mano. Tropezó súbitamente. Un perfume delicado desapareció arrastrando sonrisas. Los papeles del portafolio y la indiferencia se dispersaron en el aire de la mañana. Dos pares de pantalones recogidos y malolientes se echaron a correr, uno de ellos con el móvil en el bolsillo. El hedor sin rastros y la impotencia, del mismo modo, se acoplaron al aire de la tarde.
-Se se los vendo- tartamudeaba un niño descalzo, irrumpiendo el diálogo de dos muchachos, en un barrio hambriento.
En otra esquina anochecida, una meretriz tarareaba la música que colgaba de sus oídos. Sus caderas escondían la trocatinta de un móvil.
Del más allá, una voz inaudible comenta la historia: (La humanidad en miniatura resulta un enigma demasiado complejo, quizá por ser el hombre parte del mismo).

(Santiago del Estero)

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