martes, 15 de julio de 2008

MARCOS RODRIGO RAMOS


HACER ALGO

En su sueño se había visto desnudo, en medio del campo, solo. Nada en el horizonte. El sol lo acariciaba sin excederse y una suave brisa traía una melodía que no podía reconocer pero que disfrutaba. La música, o el viento, le traía paz, tranquilidad, libertad.
Despertó molesto, sin querer despertar. La nausea se apoderó rápido de sus sentidos y corrió al baño. Ya repuesto prendió la luz de la mugrienta pieza de hotel y fue a despertar a Gloria. Notó que ya comenzaba a notarse el embarazo. Pensó en la frase de su "viejo" y en silencio le dio la razón: "lo barato sale caro".
La dejó en su casa. "Mamá me dio como plazo hasta que nazca el bebé para que me vaya", le dijo Gloria con sus apenas recién cumplidos catorce años.
Pensó en no entrar, en mejor dormir en el auto pero desistió. Los chicos estaban durmiendo. Su mujer le acercó la comida recalentada y le sirvió mientras fumaba en silencio. "A mí no me importa lo que hagas afuera pero de acá no te vas" le dijo sin gritos, sin nerviosismo, sin amor.
Él prendió un cigarrillo y se sentó frente al televisor con el mate mientras miraba las boletas de los impuestos vencidos, los comprobantes de las cuotas a pagar, la nota del almacenero diciendo que no hay más fiado hasta que pague.
El bebé comenzó a llorar con todas sus fuerzas. La madre le dio una mamadera con agua para calmarlo pero no hubo caso, cada vez gritaba peor. "La criatura necesita leche" le dijo entregándoselo. Sintió asco del tremendo olor a pis y a vómito de su hijo pero sabía que decir algo hubiera sido para peor.
Aprovechó cuando su mujer fue al baño para irse despacio dejando al bebé llorando en el sillón. Oyó que lo llamaban pero siguió de largo. Tanteó su pantalón, encontró diez pesos, eso era todo lo que le quedaba hasta dentro de quince días en que le pagarían en la remisera.
En la esquina una mujer, o alguien que parecía serlo, esperaba fumando.
Pensó que con diez pesos quizás pueda hacer algo.


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