martes, 15 de julio de 2008

ALICIA INÉS CHILIFONI

TU BESO

Mirá que hay formas y formas de decir las cosas, pero esta manera tuya, es la primera vez que la escucho. Fue como si me hablara la parra grande del patio aquel, en cuya sombra anidábamos todos, con tero y tortuga, y el brocal, anticipo de la chorreante frescura dulce del agua del pozo.
Porque me contaste a mí sola, en un código secreto que sólo vos y yo desciframos, lo que valen una vida con sentido, la gratitud por lo más simple, el disfrute de cada instante, el mirar el hoy sin perder tiempo en masticar rencores, el poder del amor que te rodea, y te penetra hasta rebalsar, como el balde de mi pozo trepando pesadote con su soga y su roldana.
Tus ojos, dos carboncitos santiagueños, me dijeron en clave: acercáte. Y te hice caso. Me incliné sobre la cama, y tu brazo agarrotado desde el día fatídico, rodeó, como pudo, mi cuello, y llevó mi cara, que se dejaba llevar, a tu beso. Silencioso, blando, largo beso, demorándose tanto como duró tu abrazo. Fue sólo el dormirse en mi mejilla un pétalo .
Como alas de mariposa se posaron tus labios entreabiertos, para decirlo todo. ¡Cuánto me hablaste en ese silencio mucho más hondo que un himno de amor y más sentido que todas las poesías del mundo juntas!
Ahí tenés. Lo conseguiste, ¿ves? Pero, no! No vas a verme así. Corro al patio, a llorar a gusto. Es mi modo de celebrar.

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