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Teresa Godoy
Un niño me inspira
Teresa Godoy
Todo
empezó en el túnel. Era un oscuro pasadizo. Gracias a la tecnología, tenía mi
teléfono móvil, que aún le quedaba carga. Al iluminar con su linterna, se
vislumbraron ases de luces de colores que se cruzaban. Parecía todo cubierto de
alarmas. Pero ¿por qué alarmas aquí? Y ¿qué significarían los distintos
colores? Me quedo observando y analizando, cada color y qué dirección tomaba
cada uno.
Los
amarillos estaban a la altura de mi cabeza, los rojos por mi pecho y los verdes cerca de mis pies. ¿Cuáles serán los que se pueden tocar o
atravesar? ¿Habrá que hacer algún cálculo? Las matemáticas no son mi fuerte,
por lo tanto busco otra alternativa. Hay muchas personas esperando, pero
tampoco pasan. Algunas tienen algo en la mano, parecen paraguas cerrados…
Mejor
pregunto a alguno, sí, a uno que no tiene paraguas en la mano, como yo, pero me
contesta que no tiene ni idea de lo que sucede, ni de qué se trata. Parece que
los que no tienen paraguas, ninguno sabe nada.
Me dirijo
a otro:
-Señor ¿por qué tiene ese paraguas en la mano?
-Disculpe,
no es un paraguas es una sombrilla. Si usted se la merece, le van a dar una al
final del túnel.
-¿Cómo sé
si me la merezco?
- Si
sortea los obstáculos de las luces correctamente, describiendo cada as de luz, su color y de
acuerdo al lugar dónde le toca en la parte de su cuerpo y su significado es
válido, pasa al final del túnel.
-¡Es como
un acertijo! Viene conmigo un niño como de ocho años y le pregunto a él, los chicos
tienen respuestas insólitas. Pero, sólo me dice: responde bien el acertijo,
porque yo sé qué hay del otro lado. ¿Qué hay? Le pregunto. No señora, sólo
cumple con el acertijo. Bueno, pienso y pienso: El amarillo me representa la
luz y da en mi cabeza, diría que: Mi cerebro está iluminado por la luz de la
Sabiduría, mi pecho, dónde está mi corazón con uno rojo representa al Amor y
los verdes a mis pies, por lo tanto, diría que debo tener la Esperanza que voy
por buen camino.
-Perfecto
me dice el señor de la sombrilla y llegamos al final de ese pasadizo oscuro.
Ahí nos dieron las sombrillas, porque según este niño, las necesitábamos para
el otro lado del túnel, porque allí hay una hermosa playa con mucho sol, en
realidad: es un bello paraíso.
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