La Soprano
Juana Rosa Schuster
Nadie
en las butacas y ella no lo sabe. La están maquillando. Las pestañas postizas
son muy exageradas, pero no se notará. Tampoco ninguna de las asistentes se lo
quiere decir. Le prueban los vestidos en los camarines. Está excedida en peso.
No es fácil encontrar el talle adecuado. Apremia a las costureras. Se mira al
espejo en una especie de éxtasis y hace gestos aprobatorios con la cabeza. El teatro está vacío, como un árbol donde no
anida ningún pájaro o un camino que no lleva a ningún sitio.
Saldrá
igual a escena. La sala está repleta.
Cuando las luces la enfocan, escucha los aplausos del público.
Interpreta a Rigoletto. Su voz es una
cascada de perfecta armonía. Túnicas de agua caen en los precipicios del
alma. No sabe que no hay orquesta. Su
interpretación es sublime. Rosas llegan desde los palcos. .Aplausos sonoros.
Exclamaciones de damas muy elegantes. Aroma a perfume francés en la atmósfera.
Pronto
vendrán contratos en el extranjero. Conocerá gente célebre y la entrevistarán
los periodistas más conocidos. No sabe. Ignora por su delirio que será
trasladada a un lugar del que ya no volverá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario