EN TAJOS A LA SED
Sergio Gabriel Lizárraga
Ediciones del Dock. Buenos Aires. 2017.
II
No sé
De qué están hechos sus dientes
Pero la puerta de mi casa
Muerde
Desgaja
Cualquier alma
Deja los huesos
Crujientes
Por eso no sé
Si es tu alma
La que ha quedado fuera
Resguardada
O si son tus huesos
Los que temieron más que tu alma
Porque al entrar a casa
Solo viniste con el color de tu otoño
Y yo no pude esconderte mis hojas
No sé por qué
La boca de mi puerta
Nunca muerde
Lo que en vos
Me duele
III
Hay días en los cuales
Volvemos a nuestras casas
Como se vuelve al pueblo
Hay días en los cuales
La lluvia adivina
Lo nuevo que nos duele
Las casas nos dicen quiénes somos
Y los pueblos a dónde vamos
Hay días en los cuales
Lo que pesa
Se vuelve verso
Y simplemente regresamos
Sin tanto mal sabor
Creyendo que hemos hecho bien
La labor de conocernos
V
Hay un cuervo que mancha
Tu oído de fracasos
Un hedor de avispas
Invadiendo el perfume de María
A Judas solo le importó el dinero
Eligió volcar su paso
Para caminarte de traición
Ella parió su devoción como un perfume que late
Y él respondió a tu voz
Porque tu lágrima fue el nardo
Que desvaneció su muerte
Que lo impregnó de vida
Siempre el amor al desnudar tu piel
Al hablar con los huesos
Al desbordarte como pan
Al cauce seco de tantas hambres
Yo solo pienso
En que no me llamo Lázaro
Y en que ninguno de mis muertos
Se llama Lázaro
XII
Tengo inclinada la espalda
Y el reloj
Se ha detenido
Hay un joven
En la mesa contigua
Perfectamente erguido
Como si su cuerpo
Estuviera en ristre
Como si el tiempo
Fuera su vencido
Yo me pregunto
Por qué hay noches más livianas
Y por qué mi noche
Es una hernia en la voluntad
Una debilidad en los huesos
Un reloj
Que envejece al alma
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