LAS TARDES DE BERENICE
Era una tarde de verano casi oscureciendo. Berenice estaba esperando con ansias ese momento, ya que era el único momento en que se encontraba con ella y con su verdadero placer. Tenía que terminar su obra, así ella las denominaba cuando las exponía: -"¡Miren mi obra!", exclamaba alegremente y con orgullo. Ese era su momento, en el que se desconectaba del exterior y se dejaba ser. Para lograrlo, desechaba su ropa, la dejaba a un costado y se conectaba con su arte. El patinado era su momento preferido, lo hacía con mucha dedicación y una especial concentración. Este era el paso previo para terminar. Como era muy perfeccionista, siempre encontraba algo para reparar.
Con esta actividad acompañaba el atardecer, recibiendo con este la llegada de la noche. Mucho silencio a su alrededor, pero con una alegría bulliciosa en su corazón.
Era una tarde de verano casi oscureciendo. Berenice estaba esperando con ansias ese momento, ya que era el único momento en que se encontraba con ella y con su verdadero placer. Tenía que terminar su obra, así ella las denominaba cuando las exponía: -"¡Miren mi obra!", exclamaba alegremente y con orgullo. Ese era su momento, en el que se desconectaba del exterior y se dejaba ser. Para lograrlo, desechaba su ropa, la dejaba a un costado y se conectaba con su arte. El patinado era su momento preferido, lo hacía con mucha dedicación y una especial concentración. Este era el paso previo para terminar. Como era muy perfeccionista, siempre encontraba algo para reparar.
Con esta actividad acompañaba el atardecer, recibiendo con este la llegada de la noche. Mucho silencio a su alrededor, pero con una alegría bulliciosa en su corazón.
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