sábado, 4 de junio de 2011

GLADYS LUNA


EL DÍA QUE TE PERDÍ
 
Era una tarde fría, gris, de lluvia, del mes de julio. Comenzaba la hora de literatura, yo sentado debajo de la ventana; a mi lado Martín, inquieto, distraído, conversador. Ese día cuando ella comenzó a leer, se notó que no era un día más. Generalmente mi compañero ante las historias o cuentos, se reía o realiza bromas en voz baja.
Pero ese día se podía notar que estaba concentrado, expectante.
Quizás fue la historia de una abuela que cuidaba desde muy pequeño a su nieto lo que lo atrapó, las frases que escuchaba, las estrofas de canciones, a medida que la vida de la abuela se apagaba en el cuento los ojos de Martín brillaban, como si algo recordará.
De pronto se abrió la ventana, por ella apareció la abuela Anita, que se me acercó y me dio un beso en la frente como siempre, yo no sentí vergüenza a pesar de estar junto a mis compañeros, después me regalo una caricia, su sonrisa tranquila y se esfumó tan rápido como había aparecido, sin que pudiera emitir palabra.
Cuando finalizó el cuento, sonó el timbre y con él llegó la hora de retirarse, al ver a mi mamá en la puerta, sus lágrimas se confundían con la lluvia, yo ya sabía porque lloraba.

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