viernes, 27 de septiembre de 2019

Susana Kleiban



                                 
Silenciosos regalos  
Susana Kleiban

No parecía sencillo encontrar los culpables de tan horrendo crimen. En el noticiero de medianoche habían puesto en letras de molde en rojo la frase: "ÚLTIMO MOMENTO" y dos movileros emponchados y temblorosos trataban de relatar lo sucedido. El cronista tartamudeaba y no se sabía si era por el frío o por la conmoción de lo que sus ojos habían visto.
Una nena estaba sentada en la puerta del conventillo con el brazo derecho abrazando a una muñeca de trapo y y en la mano izquierda  apretaba un pañuelito del que brotaba mucha sangre. Ensimismada no parecía registrar ni los gritos de los periodistas ni la sirena de la ambulancia, ni los de la policía tratando de separar a los curiosos  Ella y su muñeca, ella y el pañuelito apretado, nadie había reparado en su presencia sólo yo, que tenía un solo temor. aunque me mostrase segura y era que justamente ella me hubiese visto
Tuve que entrar atravesando una a una las piezas del conventillo, ni a la prensa ni a los uniformados  les sorprendió mi presencia: ya que soy médica forense muy requerida cuando se trata de crímenes sospechados por sus características de ser de difícil esclarecimiento
Por eso sé que me harán comentarios, se alegrarán de creer que alguien me convocó y los investigadores me contarán sus pistas preliminares
Todos ellos ignoran que haré lo posible para que no sospechen de mí. Por eso deberé encontrar la manera de silenciar a la nena. Tal vez me acerque a ella y la sorprenda con dos regalos. Un pañuelito floreado y una nueva muñeca.

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