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Silvia Bennoun
No eran lo que parecían
Silvia
Bennoun
Llegaron ya pasadas las doce de la noche.
La música fuerte llegaba a la calle.
María Marta Serra Lima cantaba “A mi manera”.
Todo el boliche a oscuras, con luces que se
prendían y apagaban, mostrando cuerpos juntos y separados.
Buscaron sillas junto a una mesa y pidieron unos
tragos de whisky que bebieron. Mirando a
su alrededor vieron a dos mujeres. Las luces tenues invitaban a bailar.
Juan y Tiago
se miraron. Con una palabra se entendieron.
Amigos de la infancia, casi hermanos, iban una vez
al mes a bailar a ese boliche desde siempre.
Vamos, dijeron. Se levantaron, se acercaron a las
chicas y las sacaron a bailar. La música e María Marta calentaba el ambiente.
Dulce y Jazmín,
altas con vestido corto negro, pechos abundantes, botas largas negras,
muy pintadas invitaban al abrazo y algo más.
Juan la toma de la cintura a Dulce y queda atrapado
en el perfume que emanaba de sus pechos.
Tiago, más cauteloso y desconfiado, baila con
Jazmín pero tomándola de la mano.
Sigue la música, boleros, románticos, americano.
Luego de un tiempo, Juan sale del boliche a hablar
con Dulce. La música impedía escucharse. Ya ahí comienzan una ronda de besos,
caricias y palabras que cuentan algo de su historia. Todo amor, excitación,
respiración jadeante de un primer momento termina en un pestañear, cuando Dulce le confiesa al oído en medio de
casi un orgasmo, sobre su historia de desamor que la llevó a estar entre rejas por haber matado a su marido.
Juan, con ojos desorbitados o por el casi orgasmo o
por la noticia, vuelve al boliche a buscar
a su amigo que también había sufrido de espanto al enterarse que Jazmín en
realidad era Ernesto.
A las cuatro de la mañana partieron en forma veloz,
con una historia a cuestas ,que hoy después de treinta años, llegaron a la
conclusión que no eran lo que parecían,
dejando una risa a carcajadas que perduró en el tiempo.
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